Por ansiedad entiendo un estado en el cual se tiene miedo porque algo pase o no pase en un futuro figurado.

Es una sensación donde se altera el sistema nervioso porque estamos atentos a algo que no se resolverá en el momento presente porque aún no ha acontecido. Sin embargo, es en el presente donde nos afecta.

Esta es mi historia más dura con la ansiedad.

Era el año 2016. Y el sueño más ambicioso de mi vida como emprendedor era dar mi primera conferencia en un teatro para 300 personas.

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El evento era un 13 de mayo y se suspendió para el 16 de julio. Esto generó más ansiedad todavía porque lo veía más lejos.

Recuerdo que 10 días antes del evento perdí el sueño. Pasaba las noches en un agónico estado de conciencia. Fueron noches largas en las cuales parecía no saber qué estaba pasando.

Llamé a un amigo acupuntor. Me puso 2 tratamientos de agujas y me dijo algo que me calmó: “lo que seas que vayas a hacer Javier, hazlo con humildad”.

Esto me hizo comprender que mi miedo era pretender hacer una conferencia "perfecta" cuando era un principiante sin formación de conferencista.

Pensar tanto en que no pudiera gustarles algo de mi conferencia no me dejaba dormir.

Reconocí que la humildad era permitirme ser vulnerable, no exigirme tanto, después de todo quién era yo para hacer algo tan bueno a la primera.

Así que solté el resultado (igual no dormí muy bien que digamos jeje). Pero me puse en otra perspectiva que al menos me ayudó a sufrir menos.

A día de hoy puedo saber de dónde viene la ansiedad: de la mente inconsciente.

Tenemos allí patrones que nos hacen temer a detonadores específicos. En mi caso la ansiedad me la detonaba el miedo al rechazo, el perfeccionismo, y el temor a no ser suficiente (sobre todo porque cobré a buen precio la entrada de esta conferencia).

Es inevitable transitar los temores programados en nuestra mente inconsciente. Muchos autores, no sé quién fue el primero, lo llaman la noche oscura del alma.

Esas horas, días o hasta años en los cuales la idea de: "qué tan terrible será"… O, "cómo puedo saber si me irá bien, ¿y si algo sale mal'", nos desequilibra mente, cuerpo, emociones, y demás cuerpos.

Siempre que paso por eventos similares me hago a la idea de que es lo mejor que tengo para vivir. Asumo todas esas sensaciones (que ya no son tan fuertes, ya no me quitan el sueño), pero que están allí como avisando de que vas a exponerte a un miedo en pocos días.

¿Qué les recomiendo? Nunca rechazar sus miedos, porque forman parte de lo que su mente vino a trascender en este mundo. Rechazar el miedo es hacerlo más grande.

En segundo lugar, cuando sientas las sensaciones corporales, decirte algo como: “esto va a pasar, si sigo adelante esto va a pasar”, o, “esto es lo mejor que tengo ahora para elevar mi vida”.

Por otro lado, asumir que tú eres una entidad más poderosa que esa ansiedad, pero solo podrás reconocerlo si la vives. Decirle a tu mente que esta emoción no pertenece a tu verdadera naturaleza, pero que has de vivirla porque sólo así podrás reconocer tu grandeza olvidada.

Por último, cada vez que sientas estas sensaciones: decirte en silencio “te amo y mencionar tu nombre, todo está bien, te amo”.

Cuando sentimos emociones que no nos gustan solemos rechazarnos, es allí cuando más amor tendríamos que profesarnos. “El amor... todo lo soporta” dice [1 Corintios 13: 6, 7.].