Llovía sin mucha intensidad, con esa lluvia que mas que mojar trae nostalgia, ganas de quedarse en casa, porque es silenciosa no asusta, no hay truenos y además tiene un aroma especial. Había quedado en verme con mi amiga Irene, teníamos tiempo sin vernos y escogimos el café de siempre donde solíamos reunirnos todas las “amigas” del colegio de secundaria.

Solo que las cosas cambiaron después de graduarnos, Irene y yo tenemos algo de sobre peso (para el criterio de ellas) en cada ocasión que nos reuníamos éramos señaladas, juzgadas, criticadas quizás de una manera “sana” (si es que alguna crítica puede serlo). Esa mañana llegamos en nuestras motocicletas, las compramos juntas la mía es negra y la de ella color turquesa. Decidimos a pesar de la llovizna pertinaz sentarnos fuera del local en uno de los toldos grandes y hermosos, llevábamos lógicamente nuestros paraguas.

Minutos después de estar sentada, Irene me dice en voz baja pero imponente abre el paraguas que yo también lo haré, no entendía el porqué ya que estábamos debajo de un toldo y la lluvia estaba cesando. Continuo diciendo allí viene Marta y Jimena, nos van a ver y van a comenzar con sus comentarios acerca de que cuando comenzamos dietas, de te milagrosos para adelgazar, de acupuntura y todas esas posibilidades que ellas plantean cuando nos vemos.

Y allí estábamos tapándonos con aquellos coloridos paraguas que nos cubría un gran porcentaje del cuerpo y todo el rostro, estando bajo un toldo, con nuestras motocicletas expuestas como si no fueran a detectar que intentábamos ocultarnos de ellas o ignorarlas. Me sentí por un momento absurda o hasta ridícula, traté de convencer a mi amiga de que no siguiéramos en eso, ella se opuso y por solidaridad a su parecer allí me quedé un tiempo mientras las “otras” pasaban.

Le comenté a Irene, no quiero ocultarme mas por el hecho de no sentirme aceptada por otra persona tal y cual soy, es cierto que debo trabajar en mejorar las cosas que no están del todo bien en mí, pero no ocultarme por temor a ser rechazada, tu y yo no solo somos dos cuerpos, somos dos mentes que piensan , crean, somos dos almas que sienten y cohabitan con otras para ser mejor cada vez, tenemos derecho a ser respetadas por nuestra esencia no solo valoradas por lo que el cuerpo expresa.

Cerramos los paraguas, vimos ya a lo lejos como las muchachas insistían en mirar las motocicletas dudando si serian las nuestras o no. Irene me comentó que la lluvia me puso intensa, le respondí que sí, que la lluvia trae noticias si puedes leerlas, que los momentos te hablan de cosas si puedes escucharlas y que la vida y su ritmo te susurran al oído lo que debes cambiar y también te da los argumentos…dejo de llover, nos reímos de nuestra “ingenuidad” de que se nos salió por un momento la niña interior, pero sin duda acordamos que fue bueno taparse con colores por un rato y lograr un trato.

Gracias @franyeligonzalez por la motivación no solo a escribir sino a crear con una imagen, a colocar lo sentidos en percibir, agradecida por ello.

Invito a @marulobo y @eglys