Hola mami quizás te extrañe que te escriba esta carta estando siempre tan cerca, pero las horas pasan volando y a veces los momentos que compartimos no son suficiente para decirte cuánto te amo.

Al despertar en las mañanas para ir a trabajar teniendo a penas veinte años me hacen entender por todo lo que has pasado.

De pequeña siempre me has cuidado, tenía mi desayuno listo antes de salir a clases. Me enseñaste a ser independiente en mis tareas. A veces me quería quedar en la escuela como las otras niñas, tú me ponías como norma que tenía que regresar arreglar mi cuarto, siempre me dijiste que ese era mi espacio y debía mantenerlo como me sintiera comoda pero eso me molestaba.

Y además tenía que alimentar a mis perros, yo los escogi como mascotas y por lo tanto eran mi responsabilidad.

Mis compañeras se reían porque ellas no hacian nada en sus casas, así que a veces me acompañaban, pero ellas te decían madre y se sentían bien con nosotras, yo no entendía porque les gustaba ir a mi casa si ellas deberían ser felices en la suya porque para mí su madre era perfecta aún así tú eras la madre de todas.

Cuando comenzó mi rebeldía, tú solo te sentadas hablar conmigo de las cosas que hacía y me decías que debía asumir las consecuencias de las decisiones que tomaba.

Tus palabras, consejos, tu amor me hicieron crecer hoy me estoy convirtiendo en una mujer, y asumo mis retos y todo gracias a tí porque me enseñaste que todo no es fácil en la vida, lo importante es que a pesar de las diferencias siempre hemos estado unida.

Quiero decirte que te agradezco la vida, sé que no fue fácil atenderme mientras estudiaba, trabajabas y eras mi madre. Todos los días me siento agradecida.