Era una tarde fría y comenzó a llover, todos esperaban que fueran solo una llovizna, porque la temporada no había llegado.

Pero avanzaba la noche y la lluvia era cada vez más fuerte. Las gotas sonaban como taladros sobre los techos de zing, nadie se imaginaba que iban a pasar horas hasta que cesaran.

Pero ocurrió lo inesperado, se cortó la energía eléctrica y en la oscuridad se escuchaba el sonido de rocas rodando con la corriente del agua, hacia mucho tiempo que la quebrada no crecía pero esta vez venía con una fuerza descomunal arrastrando todo a su paso.

Los inmensos troncos de los árboles chocaban con las telas metálicas de las casas arrastrandolas y dejando los hogares sin protección, era gente humilde y la lluvia arrastró su esperanza.

La fuerza de naturaleza es indescriptible por eso el río siempre reclama su cause aunque se lleve la esperanza de las personas.