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TRATO CON DUENDES

No sólo el trato con Duendes es patrimonio de la literatura Europea

(conocido es el cuento de los hermanos Grimm “El zapatero y los

duendes”), sino también patrimonio de otras culturas como la venezolana,

donde centramos el llamado de estas notas.

Rafael José Álvarez (Coro, 1938-2004) gran poeta venezolano, dejó un libro

escrito sobre estos seres diminutos de la mitología universal. Su nombre

“Trato con Duendes”. No pretende Álvarez hacer una investigación

científica sobre el mundo maravilloso de estos seres imaginarios, que

apunte a fundamentar el mundo espiritual y hasta religioso de una

comarca que, haya sido marcada por estas creencias sobre seres

vinculados a la vida fluvial y al mundo subterráneo. Lo aborda como

periodista y principalmente como poeta.

La Serranía de Coro es el escenario en general donde se mueve

esta música de los que fueron cautivos, o tuvieron el privilegio

de encontrarse con estos seres mitológicos. Así lugares como

La Soledad de Uria, Caujarao, el Peñascal, Cabure, entre otros

espacios de la tierra Falconiana, conviven en las páginas

de este hermoso libro con los que bellamente llama el autor

espacios tangenciales donde lo mágico hace presencia.

Si bien es cierto, que resalta el encanto y hasta la inocencia

de los personajes que narran estas historias, como Evaristo,

niño que experimenta el vuelo, al verse arrebatado de la hierba, por

personajes diminutos de los que termina enamorado ( “porque con

duendes es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado,

ser comprendido” a decir de García Lorca), o la niña Neysa Pereira

que los avista cerca de un ojo de agua y los describe como

seres “cetrinos, de rostros cuadraditos, recortados”, y hasta la experiencia

relatada por un hombre que se baña en una ciénaga del Peñascal

y se enamora de una versión femenina del duende, la que responde

ante las súplicas del enamorado, que puede darle todo el oro de la tierra,

menos el amor; el autor se deja llevar por un estudio comparativo

con otras culturas, otras formas de asumir estas manifestaciones

y hasta sacar finísimas conclusiones sobre los valores arquetípicos

de algunas de estas creencias.

Comparto con Rafael Alfonso la afirmación de que este libro es

parte del imaginario poético del autor. “Al abrigo de un canto la gente

pierde la noción del viaje”, dice bellamente Álvarez al principio

del capítulo VII de esta obra. La poesía de Álvarez es música

y heredera de esa pasión por el canto que viene como resonancia del de las

sirenas de la mitología griega. Habla en su libro de música de guitarras

y de tambores en resquicios y grutas de la serranía percibida

por transeúntes en lugares alucinados, algunas de las veces,

duendes que festejan con música y bailes, otras de mujeres que

remedan la presencia de danzantes como las Ménades que

acompañan al cortejo del dios Dionisio en sus travesías.

Aunque al final aflora la conjetura sobre una mitología comparada,

que le da al manuscrito un sabor a ciencia del folklore.

Esta se afina más al final del libro, donde el poeta nos

presenta una verdadera disquisición del bestiario que gira

en torno a la figura del duende, sobre todo el papel que

juega la serpiente en la vida del duende en las aguas.

“De antaño la serpiente concitó en la imaginación de muchos pueblos una

simbología impenetrable”, nos dice bellamente Álvarez. En la

serranía su papel era de custodio de las aguas y de sus tesoros, y la

presencia de un duende o un hada viene acompañada necesariamente

de una serpiente.

García Lorca afirma que “el duende no llega sino ve posibilidad

de muerte”, a menos que se nos revele en el misterio que nos llama

y acudamos venciendo el temor de estar cerca del abismo. De alguna

manera, muchos de los personajes de los que nos habla Álvarez

en su libro, percibieron este misterio y otros no pudieron volver

de este alucinamiento. A lo mejor, uno de los que le contara de este

mundo mágico de los duendes, es precisamente a los que alude

Darío Medina, cuando dice “Mejor dicho, alguien los vio y

me lo cuenta con palabras tan llenas de sus apariciones, que

estoy por creer que él mismo es uno de ellos: un duende que me

enmantilla y comienza a llevarme hacia el encanto”. Libro

necesario para entender parte de esta riqueza espiritual del

estado Falcón que le aporta al país belleza y trascendencia.

(José Rafael Álvarez: “Trato con

Duendes”, Fondo Editorial para la Región Occidental, Yaracuy, 1999)