Luego se nos ocurrió hacer una sesión de foto, Víctor me pidió que nos fuéramos hacia una piedras que están al final de la playa, me quité el vestido, puse mi bolso lejos de la playa, y empezamos a jugar a tomarnos fotos al estilo descuidado.

En medio de la sesión de fotos, llegó un perro y se acercó a jugar un poco con nosotros, cuando sentimos que estábamos listos para regresarnos, no encontramos el bolso no se encontaba donde yo lo había puesto. Allí estaban mis documentos personales: cédula, licencia de conducir, certificado de salud, tarjetas bancarias, el teléfono celular, porque estábamos tomando fotos con el celular de Víctor, las llaves de la casa, el dimero en efectivo que tenía, y, lo peor de todo; las llaves del carro.

Víctor y yo nos volvimos como locos pensando en qué íbamos a hacer; yo solo tenía el traje de baño, la ropa de Víctor estaba en el carro y su cartera también. Pensamos que alguien se había metido por un cerro que está en la parte de atrás de la playa y se había llevado la cartera, pero no había pasos de nadie; luego pensamos que el perro la había agarrado; hasta que tiramos la vista hacia la playa, y vimos el bolso. Víctor se lanzó a agarrarlo, pero la playa esta estaba realmente brava y casi lo pega de una piedra inmensa. Él, como pudo, logró salir de la playa, y tenía la pierna raspada, porque la playa lo había pegado del peñasco.

Él logró sacar el bolso, pero este venía vacío. Traté de calmarme. Víctor intentó comunicarse con mi hermana para contarle lo que había pasado, pero en Patilla solo hay señal Digitel; y la línea telefónica de Víctor es Movistar. Le dije que camináramos hacia un kiosko donde estaban vendiendo empanada. Le expliqué a la señora lo que nos había pasado, y le pedí que me dijera quién podía prestarme un teléfono para llamar a mi hermana, ella era mi única salvación.

La empanadera me dijo que fuera a la casa de un turco, que acababa de llegar a su casa de playa, y que viera si me hacía el favor de prestarme el teléfono, ya que el hombre era muy mal encarado. Me encomendé a Dios, toqué la puerta de la casa de playa del turco, le expliqué lo que me había pasado, y llamé a mi hermana.

Ella luego de pegar el grito en cielo, me dijo: "La otra copia de llave de tu carro yo la tengo guardada, tú me la dejaste cuando te viniste a vivir para acá para no extraviarla". Cuando mi hermana me dijo eso, yo volví a la vida, brinqué de alegría, me reía como loca. El problema estaba solucionado, pues mi hermana también tiene llaves de mi casa. Lo demás se recuperaría.

En ese tiempo había problemas serios con la gasolina, mi hermana tomó un taxi que la llevara para Playa Patilla, pero el muchacho escuchó Los uveros, y se metió para allá. Mi hermana estaba tan nerviosa, que no reparó en el error. Luego el taxista le dijo: "Señora, nos tenemos que regresar, pues casi no tengo gasolina". Mi hermana volvió de nuevo a su casa, y mi sobrina le dijo: "Mi tía está en Patilla; no en Los uveros".

A todas estas, ya el turco se había ido y las pocas personas que estaban en la playa no tenían línea Digitel. No tuvimos más alternativa que esperar. Mi hermana llegó como tres horas después con la llave del carro y un vestido para mí.

La empanadera le dijo a varios muchachos del sector que yo tenía como 500 dólares en la cartera, y esos muchachos se lanzaron a la playa a buscar los reales, aunque decían que estaban buscando las llaves del carro, jeje.

Salimos de allí, y en la vía encontramos un accidente horrible que había ocurrido después de que mi hermana había pasado, Yo venía manejando y me puse nerviosa. Detuve el carro, respiré profundo, miré al cielo y le dije a Dios: "Hoy no era mi día. Por eso me quitaste las llaves del carro. Gracias, señor, por la oportunidad que me diste de seguir viviendo". LLoré, tomé agua, y luego seguí tranquila hasta la casa.

Algunos vecinos que supieron lo que me había pasado no se explicaban cómo yo me había tomado el asunto con tanta calma. Yo tampoco quise explicar nada.

Más nunca he ido a Playa Patilla y espero no volver a ir.

Y esta es la sobreviviente del naufagio, jeje.