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¡Noche Oscura!

Juana era la madre de Joaquín, un joven emprendedor propietario de una próspera hacienda productora de hermosos girasoles que se utilizaban para la fabricación de aceite.

Juana, esa tarde le aconsejó a su hijo que no hiciera ese viaje a la hacienda que inesperadamente decidió hacer, le exhortó que respetara los días santo, sobre todo ese viernes. Sin embargo, Joaquín, le contó que lo hacía porque estaba preocupado por el caporal de la hacienda que desde hacía dos días no tenía comunicación con él y que la última vez que lo llamó le manifestó estar un poco mal de salud.

Como la hacienda quedaba a solo una hora de camino, decidió ir al final de la tarde, para ver qué era lo que ocurría.

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Su madre, le volvió a suplicar que lo dejara para otro día, que con las cosas de Dios no se juega, pero él hizo caso omiso a las peticiones de ella. Así que buscó las llaves del auto y se puso en camino.

Como cosa mágica cuando ya había recorrido una buena distancia la tarde se oscureció y el camino que antes estaba iluminado por un radiante sol veranero, ahora estaba completamente oscuro.

Parecía una noche oscura, trémula, misteriosa, noche que despierta lo inquieto, lo oculto. Una luna que tenuemente ilumina el camino por el bosque. El camino se hizo largo, inexplicablemente un tramo que recorría en menos de una hora, ha tomado 4 horas y media, hacía más de 3 horas que debía estar en la hacienda, aún saliendo a las 5 de la tarde, estaba seguro de que llegaría antes del anochecer, para completar, el teléfono estaba descargado y no tenía como recargarlo.

El camino se tornaba cada vez más oscuro y aunque las luces de la camioneta iluminaban bastante, notaba que poco a poco se iban consumiendo. De repente, se me cerró el camino, un animal me obligó a frenar abruptamente, no sé si era un ciervo o tal vez un perro. Al bajar de la camioneta y llegar al punto donde debía estar el animal... se apagaron las luces, el motor se detuvo... la luna se apagaba poco a poco...

Aquella escena funesta daba escalofrío, y la casi completa oscuridad impedía que se pudiera ver el sendero. Joaquín empezó a recordar lo que su madre le había dicho: “Con las cosas de Dios no se juega”.

De repente se recordó que en la guantera solía llevar una pequeña linterna que su hermano le había obsequiado y cuando la abrió metió la mano y sintió que estaba allí. En seguida la encendió y alcanzó a ver una pequeña estampa del Nazareno, que su madre le había dado el pasado domingo, luego de haber llegado de la misa de Ramos. Aunque no fuera un hombre de devoto, con mucha fe le pidió a Dios que lo ayudara a salir del problema en el que se encontraba.

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Bajó del auto e iluminando hacia un pequeño cartel alcanzó a ver que decía Fundo las Araguatas. Inmediatamente recordó que ese fundo quedaba hacia el norte de su hacienda e imaginó que posiblemente por algún motive en vez de tomar el desvío acostumbrado al llegar al pequeño poblado, agarró el que conducía hacia al fundo las Araguatas y por eso se extravió.

Ya por lo menos sabía dónde estaba pero ahora tocaba ver como reparar el vehículo. Se dirigió hacia el capó, lo levantó y pudo notar en seguida que uno de los bornes de la batería estaba suelto.

Procedió a ajustarlo y con fuerza lo apretó un poco y al momento se encendieron las luces del auto y la alarma.

Joaquín se dirigió hacia dentro del auto, se montó y apagó la alarma. Intentó encender el carro y al primer intento el motor prendió. Cerró la puerta del vehículo y justo cuando se disponía a poner en marcha el coche, escuchó un ladrido de perro, miró por el retrovisor y vio que se acercaba la silueta de un hombre con un perro al lado, con ayuda de la linterna los iluminó y pudo notar que era el señor José, propietario del Fundo las Araguatas.

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Este le preguntó: “¿qué hace tan lejos de su hacienda joven Joaquín?” Y Joaquín le contestó: “Hola señor José. Resuelta que con esta noche tan oscura me he pasado el desvío y me he extraviado”

El señor José, quien en otros tiempo fuera empleado de su padre le dijo: “Pues creo que en realidad ha sido Dios quien lo ha traído hasta aquí, porque a su caporal lo encontramos justo a la entrada del pueblo, lo llevamos al consultorio y luego de que lo viera un médico nos lo entregaron con la condición que lo cuidáramos, porque estaba muy débil, así que decidimos traerlo con nosotros al fundo y no pudimos avisarle porque su teléfono se le descompuso y no se sabía su número de memoria.

Nuevamente Joaquín internamente le dio gracias a Dios a la vez que en su mano apretaba la estampita del Nazareno.

Invito a mis amigos @ysabelgeorgina, @shirley83 y @milagro74 para que participen en este concurso siguiendo el siguiente enlace: https://steemit.com/hive-181136/@fjjrg/33-concurso-de-redaccion-de-historias-noche-oscura-club5050