¡Un extraño en la carretera!

Felipe y Lucía, una joven pareja de esposos, deciden visitar a los padres de Felipe que viven en un pueblo a seis horas de la ciudad. Aprovechan unos días libres que lograron tener para hacer ese viaje en el auto nuevo. A ambos les gusta la idea de viajar por carretera, ya que de esa manera pueden detenerse en cualquier paraje, y como Lucía es Fotógrafa, aprovecha de tomar unas cuantas imágenes para sus trabajos de publicidad. Salen luego de almuerzo, por lo que deberían estar llegando a las ocho de la noche.

Durante el trayecto, hicieron diferentes paradas, sin tomar en cuenta que se les estaba haciendo muy tarde. Felipe le dice a Lucía que es mejor apurar el paso, ya eran casi las siete de la noche y aún faltaban al menos dos horas de camino. Ambos van hablando de las leyendas que desde niños escuchaban sobre el andar en el coche luego de las ocho de la noche por los alrededores del pueblo, se ríen pensando que eran unos tontos creyendo en esos cuentos, al salir de una curva, sobre un puente, observan a una señora vestida de blanco en la orilla del camino, no ven otro auto más adelante y aunque la Sra. no hizo señas de que se detuvieran, Felipe detuvo el auto para ver si la Sra. estaba bien, Lucía le dijo que le daba miedo, que no le gustaba lo que estaba viendo...

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Felipe salió del auto y sin dar tiempo a que Lucía volviera a pronunciar palabra, se dirigió hacia la Sra. que acababan de ver y para sorpresas de todos se dio cuenta que la extraña resultó ser su propia madre. Atónito por la sorpresa le preguntó en seguida: “¿Madre, que haces aquí sola y dónde está papá?

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Ella le contestó con voz entre cortada y llorosa: “Hijo mío, se lo han llevado, unos hombres encapuchados, nos secuestraron y me dejaron aquí, pero a él se lo llevaron en el auto que tu padre está reparando y que estábamos probando cuando los plagiarios nos interceptaron, y dijeron que si no pagamos 1.000.000 dólares en el transcurso del día de mañana, lo mataran”.

Lucía, se acercó a su suegra y la abrazó para consolarla y Felipe les pidió que se montaran en el auto para dirigirse a la jefatura del pueblo para denunciar la situación.

En menos de dos horas estaban en el Pueblo y las autoridades les indicaron que iniciarían la búsqueda de los raptores, cuando llegaron a la casa todos se sorprendieron nuevamente porque el auto que su padre manejaba estaba estacionado justo al frente de la casa y las luces de cada habitación estaban encendida.

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Entonces Felipe con mucha cautela se dirigió a la casa y al llegar a la puerta notó que su padre estaba en el sofá acostado y su móvil estaba en el suelo, se apresuró a entrar y empezó a llamarlo: “Padre, padre, despierta, ¿qué tienes?”

Y con un poco de dificultad su padre abrió sus ojos diciendo: “Hijo, no lo vas a creer, dos tipos me secuestraron y me llevaron hacia el viejo molino amordazado y cuando tomaron mi billetera se dieron cuenta que mi nombre era José Molina y ellos al parecer buscaban secuestrar a don Fernando Correa, el banquero del pueblo y dueño del auto que yo conducía, por lo que al caer en cuenta en el error, me dieron un golpe, dejándome desmayado en el automóvil y huyeron en una moto que tenían en el lugar. Más tarde me desperté, encendí el carro y conduje hacia acá y cuando llegué llamé al Sr. Correa, pero entré en pánico y me volví a desmayar quedando tirado en este sofá.”

En ese momento entraron Lucía y la madre de Felipe que alcanzaron a escuchar parte de lo ocurrido y Lucía dijo: “Será mejor que avisemos a la policía y al señor correa para que intenten atrapar a los malhechores”, y al instante llamaron a la policía quienes llegaron a la casa a escuchar la versión de lo sucedido y de inmediato fueron a la casa del Señor Fernando Correa para ponerlo por aviso y cuando llegaron a la reja principal se percataron que la puerta había sido forzada, así que rápidamente llamaron refuerzo y se adentraron hacia el jardín y se dieron cuenta que una moto estaba estacionada justo en la entrada.

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Dos de los policías se acercaron a la puerta mientras los otros tres rodearon la parte trasera de la casa y el teniente Omali, dijo: “Es la policía, están rodeado, entréguense sin poner resistencia”.

Desde dentro de la casa se escuchó una voz que dijo: “Por favor no disparen, nos vamos a entregar, vamos a salir”.

Y nuevamente el agente les ordenó: “Salgan con las manos en alto y no vayan a intentar hacer nada o nos veremos obligado a disparar.”

De la casa salieron dos muchachos, como de veinte años, con las manos arriba y muy asustados, se arrodillaron y en seguida los policías con cautela se acercaron y le colocaron las esposas.

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El teniente Omali les preguntó dónde estaba el Señor Fernando Correa y uno de ellos contestó: “Cuando llegamos no había nadie en la casa, así que nos disponíamos a ir cuando llegaron ustedes”.

En eso se ve el resplandor de una luz de linterna que viene desde la cochera y se oyen unos gritos: “Oficiales, oficiales, estamos aquí, nos escondimos para que no nos atraparan, soy el Señor Fernando Correa y ella es mi esposa.

El teniente Omalí les dijo: “¿Y cómo supieron que estaban en peligro?”.

Y el Señor Correa le indicó: “El Señor Molina, nuestro mecánico de confianza, nos llamó hace algún rato y nos advirtió del posible secuestro y cuando intentamos preguntarle cómo se había enterado, la comunicación se calló, así que fuimos por un armamento que tengo en la cochera escondido en mi camioneta vieja y justo en ese momento llegaron estos malandros y nos tuvimos que esconder dentro del auto, pero gracias a Dios llegaron ustedes en el momento justo.

Y así de esta manera este prestigioso Banquero se salvó de un eminente secuestro y robo gracias a la equivocación de los plagiarios y la advertencia de su amigo el mecánico.

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Invito a mis amigos @ysabelgeorgina, @miguel16 y @milagro74, para que participen en este concurso.