Cuando estás tan cerca de la muerte, tan cerca que la puedes rozar ya no duele, solo queda es dejarte ir, porque no hay nada que puedas hacer al respecto, solo queda activo un poco de voluntad, tu cerebro con un pensamiento, con imágenes de personas o momentos.

Por lo menos en mi caso lo sentí así, y creo firmemente que se debe sentir así, s me bajó tanto, pero tanto la tensión que ya todo era negro, no podía conmigo misma, con mi cuerpo, y fue algo tan repentino. Simplemente me desperté y me dirigí al baño para asearme antes de ir a mi trabajo.

Luego que estoy sin ropa un frío invadió mi cuerpo, no podía ver nada, no podía moverme, sólo pensaba en mi mamá y mi hija, quería pedir ayuda. Creo que mi ángel de la guarda me sostuvo y me permitió salir del baño y pedir ayuda, la cuál recibí y por ello puedo contarles esta historia.

En ese tiempo no se llegó a una respuesta del hecho, año después me enteré de mi problema de arritmia que me causa hipotensión.

Pero en ese momento si sólo decido dejarme ir, no sentía dolor, hubiese partido de este mundo, en ese momento morir no asusta. Asusta es mientras estamos bien porque no sabemos que nos espera, pero ese miedo se va cuando comenzamos a hacer las cosas bien y ser mejores personas.

Debemos empezar a aceptar la fragilidad humana.

No quisiera ser recordada en alguna manera en específico, sólo espero que esas personas que me aman hayan sentido mi amor, y esos momentos que vivimos, lo que les pude enseñar y aquellas otras cosas que pudieron aprender de mi, les haga sonreír y sirva de consuelo cuando ya no esté aquí. Total solo soy una persona que en este camino ha reído, llorado, se ha caído y levantado, pero sobre todo a amado sin reservas.