Saludos cordiales a todos mis amigos y hermanos scouts. Hoy, 12 de octubre, tengo a bien recordar, cuando un 08 de octubre, de 1987, decidí aceptar un nuevo rumbo en mi vida scout. Hace 34 años me juramenté como Jefe de tropa, fundando el Grupo Scout San Jorge N° 20 de Maracaibo.

Durante mis primeros años de dirigente, me concentré en dar lo mejor de mí y en capacitarme como Jefe de Tropa, tenía a mi cargo a casi 20 chicos quienes formaron las primeras 3 patrullas. ¿Patrullas?, Grupos de 6 a 8 chicos que hacen un equipo y pasan a ser una familia, todos hermanos, dirigidos por un Líder, lo llaman el Guía de Patrulla. Una de las mejores etapas de la vida de un scout y donde empieza a entrenarse como Líder.

Esos Líderes, jóvenes que asumen la responsabilidad de cuidar de sus hermanos menores, de guiarlos, motivarlos y enseñarles la filosofía del scout a través de la promesa y la ley, el amor por la naturaleza, la formación de su carácter y la construcción de un espíritu de ciudadanía y servicio.

Como un sola familia, donde todos se cuidan entre sí, se apoyan y se enseñan lo relacionado con ser mejores ciudadanos.

Se fomenta la disciplina, la responsabilidad, el trabajo en equipo, sobre todo se les enseña a creer y a confiar en ellos mismos. Cuando un guía de patrulla dice: "entendido", a una instrucción, yo lo doy por echo.

Mediante la practica de ciertas habilidades y destrezas, los jóvenes aprenden a servir al prójimo, aprenden técnicas de primeros auxilios, seguridad, conservacionismo, exploración y ciudadanía.

Varias generaciones de jóvenes entre 11 y 16 años han pasado por mis manos, me he encomendado a Dios, a quien le he pedido cada día, que me oriente para poder guiarlos por el buen camino, que no me permita fallarles a esos chicos y que pueda servirles de ejemplo como hermano mayor.

Permitir que los chicos muestren sus habilidades y destrezas, su liderazgo, y sobre todo, que apliquen la filosofía del "Aprender haciendo", pero que al mismo tiempo lo hagan con la alegría y el entusiasmo de su juventud y su inocencia.

Escuchar sus inquietudes, generación tras generación (de chicos entre 11 y 16 años que son las edades de la tropa) sin miedo de volver a empezar. Una vez que los chicos avanzan a otras unidades y van superando etapas, viene una generación de relevo, y hay que iniciar todo "el gran juego del escultismo", otra vez.

Mi corazón palpita con fuerza y mis emociones se me revelan cuando veo a estos chicos nuevos maravillarse por tantas cosas que nos brinda la naturaleza. Son pie tiernos (novicios) y aún no saben todas las aventuras que les esperan en nuestra tropa.

Por mis experiencias, me invitan a formar a los nuevos formadores, y con gusto lo hago, pero jamás podré dejar de dirigir a estos chicos, ya que mi corazón late por cada experiencia vivida, enseñándoles el "Camino hacia los Bosques".