Concurso de redacción de historias #47 / Huyendo / Lo que más me deja dinerito es la venta de plátanos y huevos

Mariangel es una mujer de negocios, tiene cuentas en criptomonedas, trabaja haciendo trading para varios clientes. Ella compra acciones de empresas cuando están en baja y luego cuando están el alza las vende. Es un juego arriesgado ya que el mercado busátil es muy inestable. Su socio, Boris, la ve muy confiada, le pregunta qué operaciones va a hacer en la bolsa, a lo que ella responde que nada, que ese día no va a hacer nada ya que el mercado estába bajo.

Al otro día, Mariangel le habla por teléfono a su jefe, iba camino a la oficina cuando recibió 2 llamadas de amenazas pidiéndole información sobre el mercado, le dice a Boris que tiene miedo, que en ese momento la están siguiendo unos motorizados, el jefe le dice que trate de perderlos en la autopista, que va a enviar a sus hombres a protegerla, pero que por nada del mundo se deje capturar. En ese momento Mariangel se da cuenta de que un motorizdo se acerca peligrosamente a su puerta...

SEGUNDA PARTE

“Pero este jefe mío sí es bien apretado –comentaba Mariangel mientras conducía-, sabiendo que mi carro es un escarabajo Volkswagen, viene y me dice tan cómodamente: ‘No te dejes atrapar por esos tipos. Trata de escabullirte por algún lado’. Como si este perolito fuera el carro de Meteoro.

"¿Por dónde me puedo escapar?, si aquí lo que hay es precipicios por todos lados. Y veo que son cuatro motorizados que no andan precisamente sobre moticos Vera; son Yamaha de última generación. ¡Ay, mi madre! Espero que no me vayan a dar matarile. Y no me queda de otra, tendré que estacionar por aquí”.

Una de las motos se ubicó por delante del escarabajo. Los cuatro sujetos rodearon el vehículo, mientras el del lado izquierdo le indicaba a la mujer que se detuviera, y así lo hizo.

La joven bajó el vidrio y miró al hombre enmascarado que venía al lado de la puerta del auto y este le saludó:

-Buenas tardes, señorita.

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-Ni tan buenas. Dígame usted, ¿qué significa esto?

-Lo que significa es sencillamente que hay una enorme cantidad de dinero que no está donde debería estar.

-¿Cómo así? ¿Una enorme cantidad de dinero?

-Le agradezco que no se haga la gringa con lo que estoy diciendo.

-Si ustedes lo que quieren es información sobre el mercado, lo único que les puedo decir es que soy socia del 50% del local de verduras que administra mi amigo el negro Macario Contreras, allá en el mercado municipal de Quinta Crespo. Si ustedes han ido para allá alguna vez, es uno de los locales más evidentes, puesto que Macario grita a todo pulmón sobre la calidad que tienen sus verduras y sus huevos.

-No, señorita. Creo que usted está intentando marearme sin ser caña blanca. Y voy a ser concreto: Tengo información de inteligencia que usted es una de las que custodia las cuentas multimillonarias en criptomonedas que se crearon a costa de todo el dineral que se robó el turco en la empresa petrolera.

-En lo que sí está usted en lo cierto es que yo trabajo con criptomonedas; pero, en realidad, a mí lo que me deja más dinerito es el plátano y el huevo en el mercado municipal. Si fuera la testaferro de un sabandija de esos (que Dios no lo quiera), quizás no andaría en este cacharro del año 1980.

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El hombre hizo una pausa e hizo una llamada a uno de sus jefes y se dirigió a este en inglés, quizás para evitar que la mujer entendiera la conversación, pero ignoraba que Mariangel manejaba el idioma. Pero al colgar la llamada la joven le dijo:

-Tiene razón lo que afirma su jefe: Ustedes se equivocaron, porque tomaron en cuenta solamente la marca y el modelo de mi carro y no el color. Mi Volkswagen es blanco; bueno, casi blanco, con esos manchones y abolladuras que tiene… Ustedes se pelaron, porque debieron buscar a otro escarabajo, pero de color rojo, el color de la maldad.

Las motos se alejaron sobrias e impecables y, tras de ellas, muy atrás, iba el carrito de Mariangel, humeante y lento, pero seguro.

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