48° CONCURSO DE REDACCIÓN DE HISTORIAS. / ¡Vivir de la basura! / Con la piedra de zamuro saldremos de abajo

PRIMERA PARTE

José es un jóven que vive con su familia en las inmediaciones del vertedero de basura de la ciudad, ellos son "Recuperadores de materiales", es decir, recicladores. Recogen plásticos, metales de diversos tipos, sobre todo aluminio, también papel, cartón y vidrio, los cuales luego le venden a la empresa recuperadora del vertedero y con ello se ganan el sustento diario.

Ellos recogen y agrupan los materiales por tipo, se ayudan entre sí, sin embargo, las peleas por la posesión de materiales son constantes. Un día, José encuentra algo que le parece de valor, lo esconde en su ropa y lo lleva a su madre quien al verlo le dice...

SEGUNDA PARTE

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-¿Qué traes en esa bolsita, hijo?

-La encontré entre la basura. No sé qué es eso. Te lo traje para ver si sabes.

La mujer destapó la pequeña bolsa de gamuza y dijo:

-Dios mío. ¡Esta es una piedra de zamuro!

-¿Cómo así, madre? ¿Piedra de zamuro? ¿Los zamuros ponen piedras?

-No, hijo. Les llaman así porque dicen que los zamuros no se sabe de dónde las sacan y se las llevan a sus nidos.

-Bueno, ¿y qué tan especiales son?

-Dicen que son el amuleto más efectivo que existe.

-¿Amuleto?

-Un amuleto es un objeto que si tú lo tienes tendrás una suerte enorme para encontrar trabajo, dinero, salud y amor del bueno.

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-¿Amor del bueno?

-Me refiero a que uno se puede encontrar a un buen marido y el hombre a una buena esposa.

-Mamá, pero debiste buscar una piedra así desde hace muchos años, porque creo que ya perdí la cuenta de los maridos que has tenido. Y el último que estuvo por acá ya es mejor que no cuentes con él, porque lo metieron preso por malandro.

-Es que una comete muchos errores en esta vida. Pero, por ahora, veremos qué pasa. Confío en que nuestra vida cambiará dentro de poco.

-¿Son caras estas piedras?

-Sí. El turco de la tienda mágica las vende en 100 dólares cada una.

-¡Guau! Estaba en lo cierto. Sospeché que era algo valioso. Bueno, mami, en caso de que no te llegue un príncipe azul y que sigamos comiendo al estilo chino: un día “chi” y un día “no”, lo mejor sería vender esa piedra al mejor postor.

-No, hijo, no. Tengo plena confianza en que las cosas cambiarán.

El tiempo pasó como las aguas por el río, rápidamente, y transcurrieron dos años desde que José se encontró la piedra de zamuro entre el basural. Mientras tanto, en casa las cosas seguían igual, salvo un asunto: Al vecindario llegó un tipo extraño que le decía cosas bonitas a la madre, el cual la convenció el día en que trajo al rancho un pollo a la broster con yuca y ensalada; pero además de eso trajo consigo una botella de miche blanco.

El jovencito al ver aquello pensó: “A pesar de que este nuevo novio es tuerto y camina todo cojo, creo que al fin se están viendo los efectos de la piedra de zamuro”.

Sin embargo, el acontecimiento fue como una alegría de tísico, porque, de repente, el nuevo marido no se dejó ver más la cara y se desapareció sin decir ni adiós ni hasta luego.

Entonces la mujer toda triste y preocupada pensó en ir a consultar un brujo para ver cómo se podía potenciar la tenencia de aquel amuleto, pero al revisar el sitio donde lo tenía escondido, se percató que se lo habían robado. Fue cuando pensó en voz alta:

-Razón que tuvo José: Debí vender la piedra desde hace tiempo, porque apenas me doy cuenta que esa vaina es un embuste.

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