SEC - S8W1. "¿Qué tan scout soy?"

El Movimiento Scout es una de las organizaciones que se ha ganado, a nivel mundial, un inmenso prestigio, gracias a la encomiable labor que lleva a cabo con niños y jóvenes comprometidos con sus hermosos principios.

Hoy esta comunidad nos ofrece la oportunidad de explorar en lo más profundo de nuestros corazones para indagar cuánto tenemos de Scout, cuáles códigos de ese decálogo ejemplar que le sirve de guía forman parte de nuestro itinerario existencial...

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_{Imagen diseñada en PowerPoint/ F}

La verdad es que nunca pertenecí a ningún Movimiento Scout, pero cada vez que reflexiono sobre esos diez artículos de su Ley, me convenzo de que, sin saberlo, como acotan en la presentación de este noble reto, me he desenvuelto siempre apegado a esos preceptos que, a fin de cuentas, debe asumir quien se sienta responsable por construir una relación ejemplar con sus semejantes y con el entorno donde se desarrolla su vida y la de todos.

He tratado de apegarme a esa decena de excelsos lineamientos desde que tuve conciencia porque forman parte de la educación, los consejos, y la férrea disciplina que mi madre inculcaba, con denodado empeño, tanto a sus hijos como a sus nietos. Confieso, sin embargo, que lo de “ser ahorrativo” lo terminé de aprender muy bien con la crisis económica en nuestro país durante estos últimos años y que nunca he podido ser completamente “puro en pensamientos y palabras,” pero Dios sabe cuánto he tratado de que esos deslices no influyan en mi buen proceder.

Ahora bien, recuerdo que la primera vez que yo escuché la palabra scout (en realidad decíamos “escao”) debía contar con nueve años, más o menos. José Daniel, un primo de esa misma edad que vivía en el centro, en la ciudad, un fin de semana que fue de visita al pueblo, me dijo con inusitada emoción que su mamá lo iba a inscribir en el Movimiento Scout que funcionaba en Carúpano. Cuando yo le pregunté de qué se trataba eso, se explayó a contarme un sinfín de aventuras que llevaban a cabo un grupo de jóvenes uniformados que mantenían una disciplina semejante a la de los militares.

Obnubilado por aquellas deslumbrantes referencias, en seguida le dije a mi madre que yo quería pertenecer a los Scouts, sin embargo, ella contestó de inmediato que no me fuera a entusiasmar con esas cosas que quedaban tan lejos porque no iba a ser posible. Claro, mi sacrificada progenitora, a cargo de nueve hijos prácticamente sola, para lo único que tenía tiempo era para trabajar.

De todas maneras, José Daniel no ingresó a las filas de los Scouts porque, a las pocas semanas, su familia se mudó para Margarita y él terminó olvidándose de eso. Desde aquella remota ocasión, cada vez que observo estos grupos dedicados a sus voluntariosos quehaceres, evoco siempre el entusiasmo que logró el primo despertar en mí y que ninguno de los dos pudimos concretar.

Volviendo al código de conducta por el que se rige este encomiable Movimiento, uno de sus artículos que practico asiduamente es el octavo: El scout sonríe y canta en sus dificultades. Siempre ha sido así, funciona como un mecanismo de defensa ante las circunstancias adversas. Esta es una ley que compagina con aquel antiguo adagio que dice “al mal tiempo buena cara”.

Si algo no marcha bien, trato de mantener la compostura, de no perder el buen humor y canto todo el tiempo; se trata de una particular forma de drenar los influjos negativos, de no dejarme atrapar por ningún sentimiento que me conduzca a una exaltación de la cual probablemente me lamentaré luego, ya que solo sirvió para impedirme analizar la situación con la claridad suficiente para encontrar una respuesta adecuada.

Hace unos meses, por ejemplo, se averió el automóvil y mi esposa manifestó su preocupación porque podía resultar engorroso trasladarnos al trabajo en autobús o en carros por puesto; argumentaba que debido al problema de la gasolina son en este tiempo escasos, las vías por donde transitan se encuentran alejadas de nuestra residencia y otras calamidades más se le sumaban a la situación…

Yo desplegué una sonrisa y le señalé que sería divertido revivir una experiencia ya olvidada, además, le aseveré, que saldrían seguramente de esos atareados viajes miles de historias sobre las cuales escribir. A ella no le quedó más remedio que asentir con entusiasmo ante esa forma de mirar el contratiempo.

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Invito a los amigos: @mariami, @enamul17 y @marito74 a participar en este primer reto Scout de la octava temporada. Aquí la información.