52º Concurso de Redacción de Historias: Descubrimiento

Descubrimiento: Un relato de excavaciones arqueológicas y de misterios que llevan siglos guardados en las profundidades de la tierra.

---

_{Imagen diseñada en PowerPoint/ F/ F}

---

Durante una excavación en terrenos que han mostrado tener relación con tribus antiguas que datan de hace más de 3000 años de antigüedad, la cual había sido abandonada hace muchos años, unos jóvenes arqueólogos retomaron el proyecto. Durante una exploración en la zona sur de la zona, encontraron una osamenta, la cual parecía no tan antigua como lo encontrado hasta ahora.

Recuerdan que el Arqueólogo que les precedió, simplemente había desaparecido. Luego de tomar algunas muestras de la osamenta y de delimitar la zona del hallazgo, determinaron que estaba fuera del contexto de la excavación, lo que les indicaba que no pertenecía a la misma época, fue entonces cuando se dieron cuenta...

de que en el fondo del sarcófago en que se encontraba el cadáver había una derruida lápida con una inquietante inscripción, realizada en un inglés antiguo que no les costó mucho descifrar: "Este es Napoleón Altamirano, el jefe de la expedición que se atrevió a profanar nuestro pasado. Ningún mortal que ose hacer algo parecido se salvará de la maldición de nuestros implacables Dioses".

Mariano Córdova y George Hamilton, los jóvenes arqueólogos que lideraban el proyecto de excavación, se sorprendieron por aquel inusual descubrimiento, pero en seguida quedaron de acuerdo en que no debían decírselo al resto de sus trabajadores, ya que podrían abandonar sus labores de inmediato por el temor que les impondría aquel misterioso mensaje. Ambos habían tenido que luchar con un sinfín de asuntos legales para conseguir los permisos que les permitirían realizar aquella misión; evitarían, por lo tanto, que todo ahora se echara a perder por unas palabras que parecían más bien una broma de mal gusto.

Los arqueólogos Córdova y Hamilton no podían olvidar, sin embargo, que el prestigioso Doctor Napoleón Altamirano, de acuerdo con los documentos que revisaron de esa época, nunca más volvió a aparecer en ningún lado, y lo mismo sucedió con dos paleontólogos españoles que le acompañaban: Manuel Felipe Lozada y Samuel José Liscano.

Recordaron igualmente que casi ninguno de los hombres del pueblo aceptó trabajar con ellos en la excavación, alegando que se trataba de un lugar asediado por los malos espíritus y que muchas cosas extrañas sucedían allí. Ellos, por supuesto, se negaron a creer en supercherías y convencieron, con el infalible argumento de una buena paga, a unos cuantos que aceptaron con la condición de que todo se realizara con la claridad del día.

Inquieto por todos aquellos acontecimientos, Mariano Córdova, después de pensarlo con mucho detenimiento, se empeñó de repente en que las excavaciones continuaran en esa misma área donde hallaron la presunta osamenta de Altamirano. Si los hechos respaldaban sus razonamientos, era probable que abandonaran el proyecto y tuviesen que dejar todo aquello en manos de otras personas que pudiesen dilucidar el misterio que tenían entre manos. Así se lo comunicó a George Hamilton para que estuviese preparado.

A la una y cinco minutos de la tarde del siguiente día, la pala de uno de los excavadores tropezó con otro sarcófago. Mariano y George se apersonaron de inmediato y les ordenaron a los empleados que continuaran cavando un poco más allá, pero en esa misma dirección. Ellos se encargarían íntegramente de revisar esa nueva tumba que había emergido más pronto de lo que esperaban. Extrajeron con mucho cuidado la osamenta para comprobar que en el fondo había una lápida que tenía inscrito lo siguiente: "Este es Manuel Felipe Lozada, otro infame que se atrevió a profanar nuestro pasado. Ningún mortal que ose hacer algo parecido se salvará de la maldición de nuestros implacables Dioses".

Era uno de los paleontólogos españoles que acompañaba a Napoleón Altamirano en aquella primera excavación. Cuando los obreros les avisaron que había aparecido una tercera tumba, los arqueólogos Mariano Córdova y George Hamilton ya suponían lo que encontrarían en el fondo del sarcófago, una inscripción que declaraba: "Este es Samuel José Liscano, otro infame"… No había más remedio, tendrían que comunicar los hechos a las autoridades pertinentes para que resolvieran ese tétrico asunto. Los excavadores le comunicaron, sin embargo, que el ataúd recién descubierto estaba vacío.

Fueron a examinarlo y descubrieron que, en realidad, parecía que el sarcófago nunca fue ocupado por ningún cuerpo, se notaba tan antiguo como los anteriores y fue necesario tratarlo con la misma minuciosidad. En el fondo se encontraba una lápida semejante a las que ya habían aparecido antes que decía con escalofriante claridad: Este es Mariano Córdova, uno de los jefes de la expedición que se atrevió a profanar nuestro pasado. Ningún mortal que ose hacer algo parecido se salvará de la maldición de nuestros implacables Dioses.

---

---

---

---

---

Invito a los amigos:
@marialexandra,
@casv y
@mireyalongart