Los caminos de la envidia

¡Hola mis estimados Scouts y sus amigos!

Anhelar las posesiones ajenas pensando que su legítimo dueño no lo merece sino por el contrario la persona siente que éste se lo ha robado, es para mí uno de los sentimientos más deplorables del ser humano.


En muchas ocasiones, esta emoción tóxica se genera en personas de baja autoestima que perciben un grado de desigualdad entre sus posesiones y las de los demás, por tanto, suele asociarse a una carencia personal que lo hace sentirse inferior, triste, resentido y amargado.

Es una conducta poco saludable que promueve la difamación y la propagación de rumores malintencionados sobre la persona envidiada.



Cuando ingresé a un nuevo trabajo me tocó lidiar con una persona sumamente envidiosa. Ésta se dedicaba a difamar a cualquier persona que tenía mejor posición o cargo que él.

Durante 3 meses estuve escuchándolo como descalificaba a personas honestas, profesionales y de comprobada reputación que conocía por muchos años en mi antiguo trabajo.

Este personaje no sabía que conocía a todas las personas que difamaba, su conducta lo llevaba a calificar a éstas de ladrones y que todos los bienes que poseían los habían obtenido deshonestamente cuando llegaron a sus cargos, por cierto muy superiores a él.

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A esta persona solo lo movía la envidia, a tal punto que también fui víctima de su tóxico comportamiento, al enterarse de mi ascenso dentro de la empresa. Yo sabía que hablaba a mis espaldas, pero mi reputación y trabajo honesto lo descalificaba ante los demás.

Finalmente el tiempo me dio la razón y fue despedido por su conducta tan deplorable, algo que no puedo celebrar sino que me entristece.



No conozco un solo caso donde la envidia genere éxito y progreso, para mí es un sentimiento negativo.

He leído que ayuda a ser más competitivo a las personas, pero no creo que pueda generar una competencia sana, pues los envidiosos no se enfocan en su propios logros sino en el éxito de los demás que los frustran cada vez más.

Los envidiosos no aceptan el éxito ajeno y se olvidan de desarrollar sus propias habilidades, interés y talentos, envenenados por su obsesiva comparación donde solo los mueve ese sentimiento oscuro y destructivo.



Considero que soy una persona poco envidiosa, celebro el éxito que obtienen otras personas por méritos propios y los veo como un ejemplo a seguir, pues hay mucho que aprender de los demás.

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Como lo conté en el primer punto, conocí a una persona muy envidiosa, de la cual fui víctima. Luego descubrí que vivía completamente aislado de su familia, ya que la envidia tiene un grado de toxicidad que afecta el entorno más cercano. También descubrí que era socialista/comunista, eso le dio más peso a mi argumento.



En el mundo real sin duda alguna la envidia siempre existirá, no solo como un pecado capital, sino que es un sentimiento más allá de lo material, es como pretender acabar el chisme. Un mundo ideal sin envidia es el cielo.

Si todos poseyéramos los mismos bienes, tal vez la envidia se traslada a otros ámbitos como los afectos donde existen los envidiosos de la mujer ajena, o a los atributos físicos en una sociedad marcada por estereotipos, o en el arte como la música donde los grandes talentos generan pasiones y envidias desenfrenadas.

Notas:

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