Redacción de mi historia.

En la pared, al lado de la ventana hay una silueta, una figura fantasmal, gris, no se detalla, no hay rostro, solo silueta, sus manos pegadas al borde denotan interés sobre lo que está de este lado, las luces que entran por mi ventana proyectan una tenebrosa y espectrante figura que se mueve, avanza hacia mí, quiero correr... pero no puedo moverme, quiero gritar pidiendo ayuda, pero... apenas puedo respirar, menos puedo gritar, ¿qué pasa?, el sudor corre por mi frente, me ahogo, siento miedo, me desvanezco... pierdo el sentido.

Una mano se posa sobre mi hombro, me dice: Alejandra, despierta, debes levantarte, yo abro los ojos muy suavemente, cuando me volteo, veo que esa silueta que estaba en la pared ahora está frente a mí, pensé que había sido un sueño, la habitación empieza a girar rápidamente, se vuelve todo oscuro, escucho voces, la silueta me extiende los brazos, está a punto de alcanzarme... no,... nooooo...!

Me siento en la cama muy agitada, bañada entre sudor y lágrimas, hay mucha luz, me cuesta adaptar mis ojos, me pego a la cabecera de la cama recogiendo mis piernas con mis brazos... protegiéndome... pero... no hay nada, nadie, empiezo a calmarme, ahora sí veo todo con detalle, observo toda mi habitación, y al llegar a la ventana... ¡ahí esta!, al lado de ella, es el cuadro que pinté, una obra que realicé sobre un lienzo de 60 cm x 120 cm, en óleos, a escala de grices, su título: "Mirándome al espejo interior", siempre fue mi cuadro. Lo descolgué y lo llevé a la galería, hoy sería la exposición. Un excéntrico solitario se enamoró de la pintura, la compró y se la llevó. Nunca más se supo de él.