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Particularmente me encanta la pasta corta, sin embargo, como a las demás personas que viven en casa les gusta larga, esta es la que se cocina con más frecuencia. La prefiero bien cocida, pero que por nada del mundo se pase de candela y tienda a quedar pegajosa, porque no me provoca comerla. El acompañamiento por excelencia de la pasta en casi todas partes de Venezuela es la carne molida, guisada y con suficiente salsa; en nuestro hogar, por supuesto, cumplimos con esta tradición.

Aunque debo acotar que, durante estos últimos tiempos, también hemos preparado muchas veces este plato acompañado con pollo. Se guisa este con sus aliños y unos cuantos vegetales y queda, en verdad, muy sabroso; tanto que se debe cocinar más pasta de lo normal los días en que ese es el menú.

Los entendidos en la materia aseguran que la pasta engorda, debido a la presencia de carbohidratos y no sé qué otros componentes, sin embargo, siempre he sido de la opinión que lo que nos hace subir de peso son los excesos, las ingestas descontroladas de comida. Para evitar la obesidad, es imprescindible consumir los alimentos con moderación, sin abusar de la cantidad ni de la frecuencia; es decir, no podemos comer todos los días una inmensa ración de espagueti, por ejemplo, porque se trata de nuestro plato preferido.

Desde esta perspectiva, llegamos a la inevitable conclusión de que todo cuanto nos llevamos a la boca puede engordar si lo hacemos de manera exagerada, si nos dejamos llevar por nuestra gula y no nos moderamos a la hora de alimentarnos. Y si la pasta se ingiere entonces sin tomar en cuenta ninguna previsión, por supuesto, que contribuirá a la obesidad.

Las pocas veces que he preparado el pollo para acompañar la pasta, lo he hecho solo imitando, o recordando más bien, la forma en que he visto a los demás haciéndolo, y si no lo recuerdo, tampoco pasa nada, invento y sigo cocinando.

Lo primero que hago es picar el pollo en trozos pequeños, le coloco sal, adobo, salsa de ajo, vino o miel, uno de los dos (y muchas veces ninguno porque no hay) y mostaza. Lo dejo tapado, mientras preparo los vegetales y el aliño.

Los vegetales: berenjena, papa, zanahoria y calabacín los corto en pequeñísimos trozos y los reservo porque después viene el turno de picar lo aliños: cebolla, ají, ajo y cebollín. A continuación, viene el proceso de cocción propiamente dicho. Coloco el pollo a freírse en un caldero mediano, en cuanto comienza a dorarse agrego lo vegetales y por último los aliños. Todo esto se va cocinando junto y se forma como una pasta ligera; es en ese momento cuando le adiciono agua y remuevo desde el fondo del recipiente por si acaso algo se ha pegado.

En cuanto esa agua comienza a hervir, solo hacen falta unos minutos para que el guiso del pollo tome consistencia de salsa. Es necesario, por supuesto, rectificar la sal y estar atento para que no quede seco ni tampoco con mucho líquido.

La pasta, como todos saben, se hierve aparte, se cuela cuando está cocida y se le va incorporando, poco a poco, mientras mezclamos suavemente, el pollo guisado. Terminado este proceso, se halla lista para ser servida. Puede ser que la acompañe con pan, cuando tenemos en casa, y tajada frita. Esta es, a grandes rasgos, mi pasta con pollo y vegetales. Seguramente faltó algo, pero tomen en cuenta que no soy un cocinero experto.

Invito a los amigos:
@mvchacin,
@diocelinda y
@rosybelyepez