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Nunca me he propuesto hacer una dieta, me parece muy aburrido y hasta sin sentido estar chequeando, de manera pormenorizada, todo lo que debemos comer. Los alimentos que nos llevamos a la boca, sobre todo en estos tiempos, son como una bendición de Dios, por lo tanto, es ilógico someterlos a escrutinios estadísticos. De lo que sí me preocupaba siempre, en el pasado cuando me daba el lujo de comprar de todo, era de no abusar de las cantidades que consumía.

Después que sobrepasé la barrera de los 35 años tendía a la obesidad muy fácilmente y, como de ninguna manera, quería convertirme en un individuo cuyo peso limitara sus actividades, me dedicaba a controlar los alimentos que ingería. Sin embargo, esto lo llevaba a cabo sin ningún plan preestablecido, solo evitaba comer demasiada grasa o azúcar y de limitar el volumen de las porciones; de esa forma alejaba de mí el fantasma de la gordura.

Aunque, como todos sabemos, nuestra economía no nos permite demasiadas libertades a la hora de comprar los alimentos, tratamos por todos los medios de que el menú que se realiza en casa sea, en la medida de lo posible, bastante variado; con esto quiero decir que solemos comer de todo, pero de una manera muy comedida. Es normal que durante la semana, en lo que concierne a las proteínas, por ejemplo, consumamos carne de res, pollo, pescado, mariscos y, muy de vez en cuando, cochino.

Arroz, espagueti y harina de maíz son tres rubros que no pueden faltar en la despensa. Los vegetales los utilizamos tanto para las ensaladas como para agregarles a los guisos y las sopas, por supuesto. Entre ellos se encuentran lechugas, repollos berenjenas, papas, zanahorias, calabacín, pepinos y todas las verduras en general. Las frutas, por su parte, debido a que se han puesto muy costosas, no se caracterizan por ser muy variadas en nuestra dieta; las más recurrentes en el menú son las lechosas y los cambures.

En líneas generales, y para no entrar en muchos detalles, diría que los alimentos que consumimos en casa sí son saludables. En estos tiempos de crisis económica no se puede estar abusando de esos rubros que más daño ocasionan al organismo, como la grasa, el azúcar y la sal. Además, tampoco es posible preparar de manera frecuente alimentos enlatados, ni los embutidos que se encuentran dentro de la clasificación de comida chatarra y ni siquiera adquirir las innumerables salsas que existen en el mercado como complemento de casi todo cuanto se come, ya que el presupuesto no alcanza para eso...

De manera que, por imposición de la situación financiera nacional no nos queda más remedio que comer saludable y sentirnos orgullosos por honrar el magnífico templo de nuestro cuerpo.

Invito a los amigos:
@mariagood,
@bryanfer981 y
@mireyalongart