He recibido la invitación de mi amiga @rosselena para unirme a este reto de escribir una historia corta. Y esta es mi participación:

Llegó el momento más difícil de su corta vida, si es que a quince años podemos llamarla corta vida; sus padres aceptaron casarla con aquel viejo para no perderlo todo, ya que estaban conscientes de que aquel turco era capaz de dar hasta la vida con tal de acostarse con “una virgen”.

El arreglo del matrimonio fue un protocolo administrativo fácil. Los padres entregaron a la muchacha a cambio de una fortuna. Con parte de aquel dinero compraron un yate, y se darían al mar, dispuestos a pasar sus vidas de puerto en puerto, como siempre lo habían soñado.

Pero había un pequeño detalle: La niña no era niña, su virginidad había quedado marchita un año antes en una fiesta que terminó en la orilla del mar, pero un viejo tonto, pensaron, con un poco de alumbre, algunos gritos, gemidos, y jugo de remolacha, seguro que no se daría cuenta.

Y así fue, con la habitación a media luz, los tragos de la celebración, y la pasión de aquella piel joven, el anciano quedó sonriente, tendido en el lecho nupcial.

***

Es muy temprano, los padres de la muchacha se preparan para zarpar, la tripulación está lista, pero el capitán se acerca y le dice al padre:

-Señor, este barco no tiene máquina ni motor.

-¿Cómo? -dijo el padre -el turco se comprometió a darnos un yate para viajar, él debe cumplir con el contrato.

El padre se dirigió rápidamente a la casa del turco a exigirle que cumpliera con lo pautado.

El viejo turco, siempre amable y paciente lo escuchó, luego le dijo a su joven esposa que se fuera a su habitación, y con un gesto de mago, sacó de una bolsa una remolacha y una bolsita de alumbre, se la extendió a los padres y les dijo:

-Tomen, aquí el motor de su yate, que Alá los acompañe.

Invito a mis amigos @acostacazorla, @enrisanti y @ciru2014, aquí la información