SEC-S10W5: My story of losing a precious thing

La pérdida de algún objeto o documento por los que guardamos un especial aprecio siempre resultará una contrariedad que nos amarga el momento y nos obliga a tomar medidas para que, algo semejante, no ocurra de nuevo. Nuestros bienes más queridos, queremos que se encuentren todo el tiempo a nuestra disposición para cuando los necesitemos o nos plazca simplemente contemplarlos...

_{Imagen diseñada en PowerPoint/ Fondo/ F/ Imagen propia}

Aunque mi padre vivió en muchas partes, la mayoría de sus manuscritos estuvieron siempre en nuestro hogar. Allí, en la gaveta de un gran escritorio, estaba una voluminosa carpeta donde introducía las hojas con poemas y canciones que escribía de su puño y letra o utilizando aquella vetusta máquina que estaba también sobre ese mueble que se la pasaba lleno de papeles y de libros. Me recuerdo desde muy niño sumergido, con pasión y devoción, en la lectura de aquellas páginas.

En esa carpeta se encontraban todas esas letras de las melodías que el pueblo cantaba, así como un sinnúmero de poemas que se paseaban por casi todos los temas del conocimiento humano. Con la lectura de esos versos, aprendí la variada estructura estrófica de la poesía castellana tradicional, los secretos de la rima y obtuve la rara capacidad de memorizar cualquier texto oral o escrito que me interesara. Y se debió gestar desde aquel momento mi pasión por el lenguaje y la literatura, lo cual definió mi futuro.

Con el pasar de los años, me tocó ausentarme del pueblo donde había nacido, pero en una ocasión que regresé a mi casa, cuando fui a buscar mi apreciada carpeta, no estaba allí en el lugar en que siempre estuvo. Alguien se la había llevado y nunca supe quién lo hizo, a pesar de que, tanto mis hermanos como yo, tuvimos certeras sospechas de algunas personas que siempre evidenciaron las ganas de posesionarse de esos manuscritos.

Me sentí, en un primer momento, indignado y traicionado por un individuo que no tenía rostro definido, pero que debía ser alguien de confianza para llegar a nuestra casa y llevarse algo que no le pertenecía. Después experimenté una intensa desazón espiritual por todo lo que representaban esos papeles para mi sensibilidad y crecimiento intelectual, así como por el estrecho vínculo de cariño y admiración que lograron despertar por un padre cuyo proceder estuvo, muchas veces, signado por los errores.

En ese manuscrito se encontraban casi todos los poemas que seleccionamos para la publicación de un libro que salió a la luz cuando mi papá todavía estaba en este mundo. Pero había muchísimos más que se perdieron para siempre de mi cercanía, páginas escritas por su prolífica y creativa mano que ya no pude verlas de nuevo.

Debido a que yo conocía todos los versos que estaban en la carpeta en que mi padre los guardaba, estuve siempre atento entre las personas aficionadas a los cantos tradicionales de mi pueblo, que además visitaban nuestra casa, para ver si recitaban, cantaban o hacían alguna referencia a esos poemas que no eran tan populares, sin embargo, nunca logré aclarar nada sobre el asunto. Mis hermanos aseguraban que el manuscrito se lo habían llevado unos primos de nuestro progenitor que vivían en una ciudad del centro del país, pero nada de eso pudo comprobarse.

Después de eso, todo cuanto aprecio, ya sea que tenga valor material o sentimental, lo guardo en un rincón de mi habitación donde tengo una biblioteca personal y un pequeño baúl asegurado con un candado. Para allá no va a entrar nadie a arrebatarme los objetos, libros y documentos que más estimo. Tomo además un sinfín de previsiones si debo llevarlos a alguna parte fuera de mi casa y les muestro mis particulares tesoros solo a personas de confianza, de las cuales estoy seguro de su probidad y de que los apreciarán con sensatez, sin ánimos de quitármelos.

Invito a los amigos:
@lirvic,
@adriancabrera y
@ridwant

_{Nota: Todas las imágenes del autor fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.}