En mi país, el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, declaró estado de emergencia nacional por la pandemia a causa de COVID-19 en marzo del 2020. Antes de eso, había tenido la oportunidad de ver que se avecinaba una terrible crisis de salud cuando en los estados de WhatsAap de mis contactos, pude apreciar varios anuncios del Coronavirus. Nunca me imaginé que era el comienzo de una verdadera pesadilla.

Aquí en Venezuela, la pandemia afectó gravemente a todos los sectores, yo me desempeño como funcionario público y desde marzo del 2020 no he ido a trabajar. En primer lugar, por el estado de emergencia que nos obligó a quedarnos en casa, y segundo, la sede donde laboraba fue víctima de robo y luego fue invadida. Todos los activos se perdieron y no tenemos edificación física para laborar. La institución se quedó sola, en el olvido, porque por falta de gasolina, el personal de guardia no pudo asistir más y los invasores aprovecharon la situación. Si nos llamaran a laborar, no podremos.

En cuanto a las medicinas para hacerle frente a este terrible mal que nos acecha, es realmente un tema triste y delicado. Desde hace muchos años, los hospitales y ambulatorios no cuentan con insumos médicos, además, los medicamentos son muy caros, los venden en dólares y nosotros ganamos en Bolívares, que es nuestra moneda nacional. Nuestra economía está anclada a un dólar que cambia de precio de la mañana para la tarde, ¡una locura!, y de esa manera se mueven los precios para nosotros también. Para muchos venezolanos, los insumos médicos nos resultan inalcanzables, y no solo eso, la comida, ropa y calzado. Con toda seguridad puedo afirmar, que en el mundo, contamos con el salario más bajo y nadamos entre la peor hiperinflación que se puedan imaginar.

Nunca la pandemia del COVID-19 será una ventaja en mi país, ni en ningún otro. La muertes de millones de personas siempre será algo muy lamentable que nos podemos remediar jamás. Quizás, sin el coronavirus, muchas personas estarían todavía aquí con nosotros, porque estaban sanos o tenían alguna patología que a pesar de todo, podían controlar. Me he enterado de personas muy cercanas a mí que murieron a causa del Covid-19 por no contar con los recursos necesarios para comprar las medicinas y cumplir su tratamiento. Otros de mis amigos que han superado la enfermedad, tuvieron que recurrir a la solicitud de donaciones, y gracias a Dios, pudieron salvarse.

En cuanto a la jornada de vacunación, en Venezuela comenzaron con el personal médico, para luego continuar con todas esas personas que a pesar de la pandemia, deben acudir a sus centros de trabajo porque forman parte de un sistema medular, como el reglón alimentos, farmacia, servicios básicos y transporte público. En la empresa de distribución del servicio de agua donde laboro, ya comenzaron a vacunar, pero la prioridad de la jornada está enfocada en el personal operativo. Yo soy del área administrativa, por lo que a ciencia cierta, no sé cuando seré llamada para colocarme las dosis.

Puedo observar que la situación se agudiza cada vez más con la aparición de nuevas cepas, cada una más contagiosa y más mortífera que la cepa original. Hace unos días, el Presidente de la República reportó 4 casos sospechosos de la nueva cepa, el ingreso fue por la frontera desde Colombia.

¿Cuándo terminará esta pandemia?, imposible saberlo. Por ahora, me dedico a trabajar online desde mi casa, salgo solo en casos estrictos por la compra de alimentos, o por alguna consulta médica necesaria en pro de cuidarme y cuidar a quienes viven conmigo.