Al traducir la palabra "Blossoms" al español encontramos que puede ser usado como sustantivo, si hacemos referencia a las "flores" o "brotes" y también puede ser usado como verbo si hablamos de "florecer", "brotar" "prosperar".

Las flores son un indicador silente de los tiempos, de las estaciones, de los cambios y un reloj viviente por excelencia. En ellas, podemos encontrar cierta semejanza a los seres humanos; un día nacemos y al poco tiempo, llegado el momento, volvemos a donde pertenecemos...

Cuando nacemos traemos al nuestro futuro hogar alegría, nos convertimos en fiesta, en esperanza, en una señal de amor. Suplimos nuestras necesidades en la misma medida que crecemos y maduramos. Todo esto, que vemos pasar a través de los años, en muchas flores solo es producto de un día, unas horas.

Nuestra vida será lo que a bien queramos que sea pero necesitamos saber que no será eterno. Nosotros, al igual que las flores tenemos un tiempo en el que florecemos y que, dependiendo de lo que hagamos, ese tiempo se alargará o se acortará. Nosotros, al igual que las flores toman del suelo, del aire, del sol lo que requieren para florecer, necesitamos utilizar lo que tenemos a nuestra disposición para poder hacerlo y procurar que ese momento se prolongue en el tiempo y agradecer. Sin embargo, tenemos que estar conscientes, debemos saber que así como un día nos levantamos muy temprano y de repente se hace de noche, a veces sin percatarnos de ello; el tiempo corre de manera inexorable y nos damos cuenta de que en un momento somos niños y en el otro, somos niños de nuevo, pero en un cuerpo lleno de años.

Florecer, como bien lo indica la palabra, es prosperar y para ello necesitamos, como las flores, estar en el momento adecuado y en condiciones óptimas. Es menester y condición sine qua non nutrir nuestro cerebro con buenas ideas, llenar nuestros espíritus con el oxígeno que nos brinda el amor, la humildad, la fe, la empatía. Sacar de nosotros lo que signifique pobreza espiritual, quitar las raíces de amargura, limpiar las cizaña de nuestros corazones.

Florecer implica estar llenos de esperanza, de buenas energías, de disposición para hacer las cosas y que éstas resulten bien. Florecer también quiere decir, amanecer con un espíritu dispuesto y acostarte con un corazón en paz. Es buscar la armonía y encontrarla aunque sea dentro de un caos, sin que esto sea motivo de cambios dentro de ti.

Cantar en medio de la angustia, llorar de alegría, sorprenderse con las cosas positivas y hermosas por más pequeñas que estas sean, reconocer el bien en el otro. Fluir con las energías positivas e impedir las que vienen con fines contrarios, saber que con cada palabra que salga de nosotros construimos o derrumbamos esperanzas. Sabemos que estamos floreciendo cuando vemos a nuestro hermano triunfar, celebramos y nos alegramos con su alegría o, cuando por el contrario, le vemos sufrir y podemos ser un hombro en el que puede llorar, un refugio al que puede acudir.

Las demás personas notarán la diferencia, sin que sea necesario decir una sola palabra. Quienes florecen hablan con gestos, con los ojos, hablan el lenguaje de la belleza. No podemos decir que el llegar a este estado del ser sea algo muy común o corriente, siempre será algo en lo cual necesitaremos trabajar a diario porque como humanos siempre estará presente la posibilidad de errar pero aún errando, si nuestro espíritu está consciente, tendremos la oportunidad de convertir ese error en aprendizaje de vida.