Show me the money (Relato erótico)
La morena (señala con el dedo del medio) ha de estar pensando en el pequeño Miky. El cual en su mejor momento fue suplente, del suplente, del camarero del bar más mierdero de todo el planeta. Pero nuestro planeta Otis está, en otra dimensión. Venimos del otro lado de la calle dando tumbos. Pensamos en tomarnos todas las botellas y en cuanto he tenido esta maravillosa sensación de vomitar he visto los ojos de (la mulata o morena nada importa) el pajarito (Miky) sabrá que es lo que le conviene. Pero Otis, que mentalmente es caminar con los muertos (la ha besado antes) Otis que ahora recuerdo, que no es nuestro planeta si no mi peor amigo. Se está dando de lengua con la mulata riquísima, pero me he acostumbrado. El pequeño Miky (que ahora también recuerdo lo que es) se ha levantado, ejerce presión sobre la cremallera y…, bueno la verdad que el que apenas fue suplente fui yo. EDDY, como lo dice el pequeño letrero en el cuello de la camisa con mi nombre y la dirección pues luego me emborracho tanto que si alguien me encuentra ha de llevarme.
En este momento Otis que ya le ha sacado una de las tetas a la mulata en la esquina menos oscura del local y el marras que es un vejete cincuentón con el pelo bien blanco tirando a Brad Pitt si existe después de cierta enfermedad y en el momento en que Otis esta chupando o mordisqueando este seno, yo me toco los pies por debajo de la mesa con la mejor amiga de la mulata que se llama Soraya y esta me acaba de confesar que llevan quince días de juergas y borracheras con este (señala un pecoso esmirriado con el dedo del medio) que para darnos en la cara sacó un voluptuoso fajo de billetes nuevecitos sobre la mesa eso es para gastos y demás dice apenas desde su posición de semidiós. Breve, como me ha explicado la rubia, cosa extraña que a esta rubia no es fácil para colársela y me ha estado jodiendo al pequeño Miky, entonces el barman ha encendido un odioso televisor de pared y nos compromete más. El verde putrefacto de las paredes recién pintadas. Se pueden ver algunas facturas de encargo como soldadas a las paredes con magistrales carros de época. Estos cuadros han de ser una mierda en el mercado dice el pecoso esmirriado y la mulata que ahora sabemos que también andaba con el mismo pecoso y la diva Soraya y hay otra que es bien blanca bueno será M que me mira con ojos maternales aún cuando debe tener mi edad y habla desde el otro extremo de la mesa pero no logro escuchar menos entender, el pequeño Miky está sumamente alterado y me paro o hago el intento y ya está la rubia en posición de acompañante quiero decir que me gustaría ir solo al baño pero las palabras no tienen efecto en ella que ya me mira el pantalón y al pequeño Miky y hace de valquiria sensible y más sexy y apenas entramos en el baño muy puerco por cierto, ella cierra la puerta y trata de voltearse pero yo la he tomado por el cuello con fuerza y ella se está desabrochando muy lentamente la blusa y yo aprieto con todo el deseo y la rabia, una ira que no entiendo, un demonio nauseabundo que me habita (claro que todo está en mi mente) ella apenas se ha desabotonado los dos primeros botones de la blusa pero me da la jodida gana de seguir descuartizándola, en tan poco espacio le puedo dar contra los mosaicos, recuerdo los de la casa que de algún modo han de quedarse en la niñez y no en los pensamientos de un borracho, lo cierto es que son los mosaicos mejor conservados de mi historia mental, los recuerdo perfectamente hacer rombos multicolores y ella ha sacado por fin sus senos sutiles con los pezones suaves y afresados, me ha mostrado el talle y los ojos como de mora traidora y apenas la beso y estoy descifrando los contraste de ese piso de mosaicos de la casona de tres pisos traídos desde México por los holandeses, los ojos me han comenzado a arder lo mismo que el pequeño Miky que casi liberado de la tirantez inicial, de la resistencia de la tela y la mesa y la ciudad y los hombres y el minimalismo y los girasoles, he de salir alguna vez a buscarme en los otro, entre mis más leales amigos pero fuera de la suciedad y la discriminación a la que los obliga el dinero a ella le he retorcido el cuello, ya ha comenzado a ennegrecer, la miro después de todo eso, le hundo tiernamente la cabeza en la mezcla de excrementos de este paradiso cuarto pero solo es el efecto del alcohol apenas me descorre el cierre el pantalón ha caído tan tímido e indefenso que el pequeño Miky ha de haberse acomplejado. Primero: porque al final vendrá la muerte. Segundo: este no es sitio para una dama. Y tercero: la próxima vez he de pensar una excusa mejor.
Mejor no lo hacemos por tu amigo le he dicho, por el pecoso ese me ha dicho con el tono más despectivo conocido nada papi el no puede hacernos nada solo mirar y de eso ya estamos hartas bueno las reconozco y bautizo desde luego como las tres gracias o las tres marías y ella solo me pide que la haga gozar como la perra que es y solo le pido (eso si) amablemente que me rasque un poco los cojones que tengo algo de escozor desde temprano y entonces la inyecto o penetro con fuerza, tomo su cabeza como una fruta carnosa y apetecible recién traída del campo, con un agujero para beber su mieles interiores, la luz del sol apenas me molesta, afuera ha comenzados a caer la lluvia, con los sonidos sobre el zinc, de este baño o de la casa de la niñez, y mientras estoy siendo desangrando por el medio, inicio la construcción de otros senos, de otro cuadro mucho más atrevido, desesperado digamos, de mi amigo Otis luchando desenfrenado con la mulata, que de seguro ahora ha comenzado a masturbarlo por debajo de la mesa y cuando ya no aguante, cuando el esfuerzo sea tanto que caiga extenuado, entonces comenzaran los primeros gritos y los botellazos del pecoso.
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