Descubriendo la Liébana: la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña

juancar347 (72)in R2cornell • 5 years ago

Decía Miguel Ángel García Guinea (1), en una guía turística dedicada a Cantabria, que posiblemente sea éste pueblecito de Lebeña y por supuesto, su iglesia dedicada a la figura de Santa María, el rincón más buscado por los amantes del Arte y de la Naturaleza.

Y no le falta razón, porque aunque situada a las afueras del pueblo, este singular templo, que hunde sus raíces nada menos que en aquéllos brumosos días del siglo X, es todo un poema arquitectónico, situado en un escenario inconmensurable y sobrenatural.

En efecto, hundiendo sus arcanos cimientos en un pequeño valle, donde un tejo milenario ejerce su silenciosa protección sobre la portada principal, cuyo tejaroz parece diminuto en comparación con las soberbias montañas de roca caliza que la circundan, la iglesia de Santa María de Lebeña, se nos muestra como un pequeño oasis de sabiduría, haciéndonos sumergir nuestro pensamiento en tiempos cuyas vicisitudes quedan muchas veces al margen de la Historia conocida.

Sí se sabe, por ejemplo, que su construcción fue patrocinada por los condes lebanenses Alfonso y Justa en el año 925, una vez establecida la lejana frontera del Duero, que separaba el norte cristiano de España, del sur controlado por los musulmanes.

Pero poco o nada se sabe de sus misteriosos constructores, salvo que, a juzgar por ciertos elementos característicos, como los modillones que muestran como tema decorativo polisqueles y esvásticas, debían de tener un origen mozárabe, es decir, debieron de ser cristianos que en alguna etapa de su vida habitaron en tierra conquistada por los musulmanes.

No obstante, a juzgar por las características del edificio en cuestión, también debían de poseer algún conocimiento de los rudimentos del denominado prerrománico o Arte Asturiano, pues algunas de sus características también se ponen de manifiesto en esta singular construcción.

Ahora bien, dejando aparte cualquier tecnicismo, lo que es cierto, es que llegar a este enclave privilegiado, solar de paz, de belleza y de armonía, resulta, pueden creerlo, toda una singular aventura.

Situado, aproximadamente, a media altura del vertiginoso y peligroso desfiladero de La Hermida, en esa zona que los lugareños denominan como las Hoces del río Deva –que curiosamente lleva en su vocablo reminiscencias orientales del mítico panteón hindú- esta sencilla iglesia, unida al impresionante entorno que la rodea, resulta, sin lugar a dudas, una visita imprescindible para todo aquél que de verdad desee introducirse en este otro mundo, que es la región cántabra de la Liébana.