De Visita (Casa Radical #21) - La casa de mis abuelos, mi hogar

¡Hola a todos en esta maravillosa comunidad Star of Steem! Hoy voy a compartir mi participación para este inspirador y nostálgico concurso organizado por @crissanch; lo puedes conseguir aquí. Agradezco mucho la oportunidad de participar, e invito a cualquier interesado a lanzarse e ingresar, ¡es muy divertido!

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

Desde que empezó esta situación inducida por el coronavirus, mi vida dio un cambio radical; dejé de estudiar de forma presencial, por lo que no volví a ver a mis amigos y compañeros de clase; me separé de gran parte de actividades cotidianas, como hacer las compras al lado de mi mamá y demás; pero, sobretodo, han habido grandes períodos donde no he sido capaz de ver a los familiares que más amo: mis abuelos maternos.

Mis abuelos maternos han sido el pilar que ha sostenido mi vida desde tiempos memorables. Fue en su casa que crecí los primeros años de mi vida; pasé experiencias que me marcaron para siempre y me han hecho ser quien soy ahora. A pesar de que hace 8 años mi familia y yo nos mudamos a una casa propia, yo siempre consideraré la casa de mis abuelos como mi verdadero hogar. Ahí es donde me siento en paz y libertad.

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

En compañía de mi madre, íbamos todos los días sin excepción a ayudarlos y a pasar un tiempo con ellos. Sin embargo, cuando empezó la cuarentena, hace ya un año y dos meses, el primer paso fue poner en prioridad la salud de mis abuelos, quienes, por tratarse de personas de tercera edad, están a mayor riesgo de enfermar gravemente. Por lo tanto, los meses que vinieron después del primer brote en Venezuela, no fuimos capaces de continuar la rutina con la que solíamos alegrar nuestras vidas. Yo me vi encerrada en mi casa, lejos de mis abuelos, con tal de preservar la salud de todos.

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

Esta fue una experiencia realmente difícil para mí. Cada día sentí que me faltaba algo, un vacío enorme en el pecho; las paredes me agobiaban y extrañaba cada cosa de la casa de mis abuelos: mis mascotas (que viven allá), las largas conversaciones de horas y horas, la compañía; fueron tres meses que no fui a su casa, tres meses eternos y amargos.

Fue mi abuela quien rompió el confinamiento viniendo por primera vez a nuestra casa a mediados de junio. La verdad, todas las restricciones se me olvidaron por un segundo; la envolví en un abrazo enorme y estuvimos así, envueltas en un agarre desesperado, durante una eternidad. Incluso lloré en sus brazos repitiéndole cuánto la amaba y extrañaba. Fue un reencuentro hermoso que, al día de hoy, recuerdo como si hubiera sido ayer. Se quedó en mi casa durante horas y compartimos coca-cola, doritos y pan dulce.

Luego de este suceso, las cosas se flexibilizaron; empecé a visitar su casa con las respectivas medidas de protección, usando tapabocas, alcohol y guantes. La primera visita fue emoción y llanto. Mi abuela hizo una sopa especial que degustamos con amor. Fueron apenas dos horas que drenaron mi sufrimiento prolongado de meses y meses.

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

Con el tiempo, estas medidas fueron menguando; incluso, por una situación familiar, vivimos allá durante largo tiempo, así que se volvió «normal».

Sin embargo, los papeles se voltearon; mi abuelo, que siempre se ha caracterizado por salir mucho y socializar con todo el mundo, se rindió ante el encierro y empezó a salir como si no estuviera pasando nada en el mundo. En el estado donde vivo el nivel de contagio es muy alto, así que este acto significó un enorme riesgo. Todo lo que habíamos construido en unidad durante meses se cayó. Fuimos obligados a encapsularnos en mi casa para esperar el tiempo suficiente para denegar nuestras sospechas. Esto, actualmente, sucede esporádicamente, porque mi abuelo se empeña en vivir la vida como si no hubiera un mañana.

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

Lo importante es que, cada vez que nos reencontramos, es un momento de felicidad y emoción. Mi abuela y yo nos abrazamos y lloramos; empezamos a hacer una recopilación de todo lo sucedido en los últimos meses, reímos, sufrimos, echamos cuentos; hacemos planes, conversamos de cualquier cosa; simplemente intentamos recuperar el tiempo perdido. Es gracioso porque, mi abuelo, con tal que vaya, se coloca el tapabocas que tanto odia. Todos hacen un esfuerzo en protegerse para que yo pueda ir para allá.

Esta situación ha sido muy dura, ya que desapegarse de quienes amamos es un dolor irrefutable. Sin embargo, tengo la fortuna de poder ver a mis abuelos cada cierto tiempo, cosa que agradezco con todo mi corazón, porque son mi alegría y mi luz. Adoro a mis abuelos y espero que todos salgamos intactos de esta situación.

Las fotos son de mi propiedad. La edición fue hecha aquí.

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¡Muchas gracias por leer!