Entre los nubarrones podía verme enredado, tratando escapar de una realidad fuera del orden que mi mente procuraba; después de tantas vueltas he encontrado una luz que resplandece más que el sol al salir entre las montañas, es aún mayor que un reflector sobre el escenario y tan incandescente que atrasaba mi caminar para que entendiera que solo debía descansar.

Esa luz no era apreciada por nadie más, aunque no me encontraba solo, todo los que me acompañaban parecían absortos en sus propias acciones y pensamientos, aun la brisa que parecía jugar con los nubarrones emitía un cántico sosegado y tierno que me hacían anhelar y perpetuar ese momento que invitaba a tener paz a pesar de mis objeciones.

Por poco, por breves momentos casi pierdo la compostura al querer lanzarme al pasto fresco y olvidarme del mundo y del universo, la luz seguía deslumbrándome y sentía su fulgor en mis hombros y cabellos, como si fuera una mano que se posara sobre ellos invitándome a meditar sobre este momento, con sosiego y tranquilidad como si fuera un recién nacido que hubiese sido saciado de alimento.