—Usted me pregunta por qué protesto, por qué me revelo, por qué le exijo una hora de mi tiempo —dijo en tono alto el empleado a uno de sus jefes—, pues permítame y le explico con dos breves historias, la de mi padre conmigo —volteo la mirada hacia atrás para involucrar al resto de obreros que estaban presentes, también exigían se les respetara su hora de salida, continuó— y la mía con mi hijo.

     El grupo de obreros que superaban por muchos al trio de jefes, rodeaban a estos que se atravesaban delante de la salida; eran en ese preciso momento las cuatro con cincuenta minutos de la tarde. Las actividades en la planta de producción se habían paralizado, la fábrica que se dedica a la confección de uniformes para empresas particulares, estaba detenida.

     —Quienes me conocen y están al corriente que llevo más de diez años en esta empresa —continuo el señor; moreno alto, de talle flaco y un rostro que más que adultez, refleja cansancio—, saben que soy persona seria, que respeto y durante mis horas de jornadas, me dedico al cien por ciento a mis labores —y en un vistazo enfocó el rostro de cada uno de los tres gerentes, para hacer una breve pausa y abrir los brazos como quien está seguro de haberse hecho entender—, ustedes mismos saben que desde que llegaron aquí, yo ya trabajaba en esta fábrica.

     El tono del moreno, un poco más relajado, pero aun en actitud de protesta, había dejado en silencio a la gerente de producción, al gerente general y al supervisor de planta, como también a cada uno de sus compañeros.

     —Bueno —prosiguió—, cuando yo tenía catorce años, por andar en malas juntas y jubilarme de la escuela, caí en el vicio de las pastillas —hizo una pausa y llevándose la mano a la frente, enfatizó—, las Clonazepam.

     Nadie lo habría notado, todos estaban absortos en las palabras de aquel señor que en nombre de todos y como cualquier padre de familia, pedía le respetaran fu final de jornada permitiéndole la salida sin amonestación alguna.

     Una tarde consumí tantas pastillas, que lo único que al día de hoy logro recordar de aquella penosa borrachera, fue cuando mi padre me saco de una cuneta de quien sabe que calle, me levanto y mirándome a los ojos me dijo:

     “Hijo, hijito…, mírate, tú no eres así, tú no eres de estas cosas, hijo…”

     —Al día siguiente —explicó el moreno, como resume para ya concluir—, la conversa con mi padre fue breve pero contundente, él me dijo:

     “Hijo, aquí no le falta nada, no busque lo que no se le ha perdido en rumbos indebidos”

     —Así qué con todo respeto, ustedes tres por favor me dan permiso, me dejan salir y no me harán memorándum alguno porque ya cumplí con mi jornada laboral completa y en armonía; mi hijo tiene partido de futbol a las cinco y cuarenta y a esta hora ya voy retardado —volteó de nuevo el rostro y dirigiéndose a sus compañeros, finalizó—, a mi hijo le doy el ejemplo que en vida, siempre mi padre me dio.

Fotografía tomada con Motorola g7 plus

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Saludos y buenas vibras a todos, especialmente a la comunidad de Stars of Steem a @steemit, Gracias por leerme

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>Invito a: @mahuay, @soyarcalderon, @alanis.

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Enlace del concurso: https://steemit.com/hive-151446/@hive-151446/concurso-de-historias-creativas-en-honor-al-padre

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