Durante todo el año que llevamos de pandemia, estuve acatando las medidas de bioseguridad con mucha prudencia, casi no salía de casa, por eso estaba un poco abrumada por el encierro, esperando con ansias la oportunidad de poder salir libremente, el lugar que más extrañé fue el cerro, una montaña cercana a mi casa que es muy visitada como sitio de recreación y esparcimiento, por eso al calmarse un poco la situación, y haber un poco de flexibilidad en cuanto a la cuarentena, aprovechamos de ir mi hija Fabiola y yo a subir el cerro y a distraernos un poco, para despejar la mente, respirar aire puro y disfrutar contemplando el paisaje natural.

Pasamos una tarde diferente, este cerro es un regalo de la naturaleza que tenemos los pobladores de este sector, se llama "Loma Linda" y forma parte del parque San Esteban un conjunto de montañas de la cordillera de la costa en Carabobo, su recorrido es largo y tiene como destino final el conuco de "Don Julián", un señor muy conocido que tiene un sembrado y una casa que sirve de refugio a los montañistas, hay varias estaciones, un lugar llamado la bandera, otro donde hay algunos tubos para hacer ejercicios, también hay una catarata o cascada que dicen que el agua es muy fría, yo nunca he ido hasta allá.

Como tenia mucho tiempo sin escalar, se me hizo un poco duro subir, pero lo hice con toda la calma, haciendo paradas y tomando aire, haciendo ejercicios de respiración que son muy saludables, mientras iba disfrutando del panorama y capturando las imágenes para el recuerdo.

El contacto con la naturaleza es demasiado agradable y placentero, es motivo de felicidad, los paisajes te llenan de paz y hasta te hacen adorar a Dios. Iniciando el camino ya sientes la brisa fresca que te da la sensación de libertad. Sin olvidar las normas de bioseguridad, pues es un lugar muy concurrido, aunque cuando nosotras subimos no había mucha gente pues era viernes por la tarde, pero igual cada vez que se me acercaba alguien, bien sea subiendo o bajando me colocaba mi tapabocas.

La pasamos genial mi hija y yo, aún cuando no pudimos subir mucho, pues llegamos solo hasta la segunda loma, pero desde ahí se podía observar el paisaje montañoso y parte de la ciudad desde arriba, se sentía la brisa fresca y pudimos tomar muchas fotografías del lugar..

Me despido queridos amigos con esta foto observando lo hermoso del lugar, este panorama me llevó a meditar sobre la grandeza de nuestro Dios, demostrada en su creación tan hermosa.

Hasta la próxima amigos.