Para este nuevo concurso de Escritores Estrellas, se propone realizar una historia, cuento o escrito en dónde el protagonista es el café. Soy un apasionado por el café, desde siempre me ha gustado por la sensación de paz y compañía que hay al beberlo, pudiéndolo compartir con amigos o disfrutándolo en solitario. Emocionado con esta temática, quise realizar una corta historia, aprovechando la libertad de escribir.

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INSTRUCCIONES PARA HACER UNA PÓCIMA

_Fuente

− ¿Ya viste como se hace?
− . . .
− No olvides mezclarlo bien para que funcione.

Dijo la dama con vestido de hierbas mientras revolvía el fondo de su taza, yo solo veía sus ojos marrones, que adornaban sobre una nariz tersa y un par de labios rosados. Ella me recordaba una vez más la preparación de su pócima, que según era de sus pociones más completas.

− Cuando hierva el agua, le agregas lo que está dentro de la bolsa.
− Está bien.

Antes de irme, noté que sus manos estaban repletas de anillos dorados, con rocas traslúcidas de colores, llenándome de una inquietud que no pude contener. Le miré las manos y pregunté.

− ¿Y todos esos anillos? Seguro los has encontrado bajo las piedras del río.
− ¡No te creas muy listo! ¡Que estos anillos me los he ganado!

Me dijo en un tono burlón.

− Vale… entonces, ¿De qué son?
− Son del conocimiento, no has de creer que lo que te he recetado es por mera coincidencia.
− Bueno… supongo es todo, iré a casa a prepararlo.
− Recuerda beberlo caliente, pues frío no tendrá ningún efecto.

Le pagué con unas monedas del bolsillo y dando media vuelta salí por su puerta de madera.

Durante el camino, no dejaba de pensar en el exquisito sabor que la dama me había descrito de la pócima. De un sabor fuerte que despertaría cada poro de mi cuerpo, con aroma que envolvería los sentidos, aliviándome los malestares, transformando mis dolencias solitarias en divinas horas. Ah… como deseaba llegar a casa, soltar a un lado el equipaje, dejar los libros sobre la mesa, y sacar los zapatos de mis agotados pies, molidos por el peso y las pequeñas piedras que entorpecían el camino.

− Qué alivio estar en casa.

Dije mientras encendía la luz amarilla de la entrada, la cual iluminaba perfectamente mi camino a la cocina. Acerqué la mecha del encendedor a las hornillas mientras soplaban gas. Busqué mi típica jarra metalizada, y la puse sobre la hornilla ahora con su lengua de fuego, envolviendo la base de la jarra.

Mientras aguardaba a que el agua hirviera, me senté en el sillón, y reposando mi cabeza comencé a recordar los anillos de la dama, al mismo tiempo que sus manos, abarrotadas por los ingredientes del elixir, que no fueron un obstáculo para ella, pues con sutil gracia los embolsaba para mi, uno a uno, al mismo instante que me daba más instrucciones. De entre todas, me dijo con voz entusiasta: “Puedes prepararlo las veces que quieras, a la hora que desees, pero eso si… bébelo caliente, aunque tu lengua tema quemarse. Con las manos frías sentirás la sangre devolverse a tus palmas y el vapor besar la punta de tu nariz, te renovaras por dentro y por fuera”.

Estaba tan asombrado con todo lo que prometía esa pócima, que le pregunté por el nombre, a lo cual respondió de manera risueña: “Tan simple como su preparación y color, llámalo café.”

_{Este es un collage que realicé con una visión personal sobre el café.}

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Amigos espero disfruten esta corta historia que se me ocurrió mientras bebía una taza de café.

Gracias por leerme, un abrazo.

Me gustaría invitar a @yuselis, @anirbasf y @salamandras para que nos enseñen su buen talento para escribir historias, y contarnos de qué manera preparan el café. Ánimo.