El ser humano es bueno y malo por naturaleza.

La verdad es que vivimos en un mundo que nos gusta comer palomitas mientras gritamos, nos gusta disfrutar desde un lugar privilegiado viendo como el circo se quema con todo adentro como la famosa parábola del payaso de Kierkegaard, la historia de este bufón que decía la multitud que había un diseño y todos pensaban que era un chiste pero por qué pasa esto de dónde nace esta oscura fascinación del ser humano.

Todas las personas llevamos en nuestra naturaleza a ser competitivos, no es una capacidad que aprendimos es más bien algo primitivo, así la vida se abrió espacio, fue evolucionando, pero no sólo la vida tiene esta virtud de transformación que saca lo mejor de los animales y además lo potencia, por ejemplo, a correr rápido, a resistir más daño, a vivir más años, a camuflarnos mejor, ver mejor y en algunas especies pensar mejor, lo que nos distancia bastante de la primera Ameba primitiva que dio origen a toda la diversidad de vida que hay en el planeta, sino el otro lado de esa naturaleza es el principio taoísta del yin y el yang la vida es capaz de lo mejor y también de lo peor.

Hay una posible explicación a estos fenómenos, “el valle de la inquietante”, ese fenómeno que sea de rechazo o repulsión o miedo entre los semejantes al humano, sin llegará a ser humano, es algo indescifrable, porque vemos en el otro características semejantes a nosotros, sin ser nosotros y se activa un sentimiento de aversión, un casi casi impulso de destruir o atacar a ese ser como por ejemplo a un zombi, entonces vemos que existe una doble competitividad, una competitividad intrínseca, que se puede traducir que nos superamos a nosotros mismos y otra extrínseca que es nos superamos hundiendo a los otros.

Ya vas a ver tú cuál de las dos dimensiones es la que predomina, la competitividad intrínseca da los mejores frutos, pero hay que trabajar mucho por ello, en cambio la competitividad extrínseca da frutos mediocres pero los podemos gozar en vida, vemos bastante en casos de crisis, por ejemplo, no hay mucha comida que hacemos nos acostumbramos a comer otras cosas no comestibles o comer menos o matamos a los que más comen, así comemos más nosotros; y es que cuando hay hambre y necesidad la alternativa más viable suele ser la segunda.

Ese amigo que come solo y no te quiere invitar de su pan con jamón, no es que sea egoísta sino que tiene activada su competitividad extrínseca, esta doble naturaleza está más o menos dormida en las sociedades contemporáneas, donde la vida humana está más garantizada, mientras más desarrollada está una civilización hay más comida, hay más seguridad, hay más posibilidad de aparearse con los de su especie, hay más acceso a los bienes etcétera; entonces en estos casos, en desarrollo la competitividad extrínseca desaparece o más bien va tomando forma en delincuencia común, con lo cual podemos decir por cierto, que mientras más desarrollada está una sociedad, más reducido en su espectro criminal, sociedades menos igualitarias o menos que son los recursos, la educación, la justicia suele despertar la competitividad extrínseca que toma forma en el famoso - yo robo porque si no me muero de hambre.

En américa latina por su nivel de desarrollo es una falacia, ya la que de alguna manera cualquiera latinoamericano tiene comida ahora mismo, a estas alturas del siglo 21 pero que por otro lado podría ser tomado como una metáfora que implica otra necesidad relacionada con la calidad de vida, yo robo, yo mato, yo violó, yo corrompe, porque quiero ser igual los que están al lado privilegiado de la vida, lo que no es más que yo me impongo al otro, porque priorizó mi derecho a una mejor vida, yo soy más fuerte, yo soy más resistente, yo soy como la mala hierba, ya que en el fondo todos somos así.