Halo de tu Recuerdo |

Te fuiste sin explicar cómo detener el pálpito de un corazón condenado a solo pensarte. Te fuiste, sí, sin decirme que era una causa perdida alejarme físicamente de ti. El hilo rojo sigue fuerte, sin fisuras en sus hebras, sin perderse en la rotunda noche que reina desde tu partida.

Tu mirada sin voz me ve, tu voz ciega me observa, tantos ayeres renunciaron a sus hoy. Mañana no habrá mañanas.

No quiero vivir así, sin la promesa de vernos solo en sueños... quisiera despertar... quisiera sonreirle a la oscura soledad y decirle a mi razón que no pretenda mucha cordura; no hay mentes con sensatos juicios cuando se extraña a un gran amor.

Morirá el anochecer en mi cabello sin la caricia tuya y poco a poco el invierno llegará a mí, tras a una longeva gélida nevada que imitará aquellos hilos de plata que reconozco en el linaje de la familia.

La máquina del tiempo que me regalaste cuando nací, se dañó y, desde entonces, no sé detenerla, no sé regresar, ni tampoco viajar a mis añoranzas para verte.

Mas cada vez que miro al cielo me voy de inmediato a cualquier halo de tu recuerdo, es reconfortante, al menos, encontrarte en algunos de mis pensares.