En mi vida casi todos los meses tienen un significado especial. Gracias a Dios por haberme regalarme cada día motivos para celebrar y guardar en mi cofre de momentos especiales.

Fue enero el mes del primer mensaje y febrero la primera vez que al cine me invitaste. En marzo, tuve que actuar rápido para darle mi toque especial, o sería que me llevaste donde tú querías... lo resaltante es que hice lo que tenía que hacer en el lugar y momento preciso. Una tarde de un primero de marzo, te pedí ese primer besito que marca el inicio de nuestra unión.

Ya son quince años de alegrías, lagrimas, risas y dolores, que nos han llevado a ser hoy una familia que defiende la unión y seguir adelante, enamorados.

No seguimos patrones, hacemos nuestro propio camino. Hemos pasado muchos obstáculos, quizás queden muchos por superar, lo importante es que unidos lo podemos lograr.

No se construye un hogar sólo con pétalos, hacen falta raíces fuertes y hasta espinas para espantar algunas perturbaciones.

Hoy ya tenemos dos hermosos frutos que llenan de alegrías y bendiciones nuestro hogar. Somos la prueba de que uno más uno no siempre es dos; en nuestro caso el resultado es cuatro y cuando estamos juntos es la más exacta demostración.

Muchos en el mundo no tienen la valentía de dar el gran paso y se quedan solos para ver pasar la vida, posiblemente con menos dificultades, pero seguramente con más deficiencias del amor verdadero que experimentamos cada día al resolver, superar y avanzar sobre los obstáculos.

No ha sido fácil para ninguno de los dos, hubo momentos de máxima complejidad y siempre hemos encontrado la forma de que el amor logre triunfar.

Imperfecto hombre enamorado de ti, mi bella mujer, que al pasar de los años me sigues enamorando y gustando cada día mucho más.

Que sean muchos quince, que nos unan como telarañas irrompibles; aromatizados con perfumes de felicidad.