Cuento Infantil |Tres Negritos en el metro| 1era y 2da parte

in GEMS4 years ago

Hola mis queridos amigos.

Es un placer para mi compartir con ustedes este cuento que es de mi autoría. Es un cuento ideal para los pequeños de la casa.

El cuento trata de 3 negritos que querían conocer el metro, nunca se habían montado en el vagón de un tren, narro lo feliz que se sintieron en pasear en el tren.

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Erase 3 hermanos que se llamaban, respectivamente, Tom, Sam y Bill. Vivían con su familia en los Estados Unidos, en una granja campestre de Alabama, pero, en cierta ocasión, fueron a Nueva York a visitar a su tío Jorge que residía en Harlem. El tío les dio una moneda de níquel a cada uno, y los chicos empezaron a pensar en que la gastarían. ¡Son tantas las diversiones que hay en Nueva York!

Finalmente, Tom, que era el mayor,se decidió a hablar de algo que llevaba en el pensamiento desde el primer momento de su llegada a la ciudad.

-¿Cómo se llama el sitio ese, bajo tierra, por donde circula un tren? -preguntó a sus hermanos-.

-Se llama el metro -dijo Sam-

-¿Cuánto cuesta ir en el metro? ¿Lo sabes?

A Sam le brillaron los ojos y se preguntó, maravillado, ¿Por qué no se le habría ocurrido antes?

-Tuvo una gran idea, Tom-

-Podemos dar un largo paseo en metro tú, yo y Bill-

-La vuelta entera solo cuesta un níquel-

-Los tres se dirigieron a la estación del metro-

Compraron sus boletos, y comenzaron a observar con atención el mecanismo para entrar. Un convoy de diez unidades llegó silbando, por el túnel obscuro. El convoy se detuvo a un tiempo, y Tom, Sam y Bill se metieron en el coche que paró más cerca de ellos. Dentro había asientos desocupados, en los que se sentaron temblando, mientras esperaban que arrancara el tren. Y el tren arrancó.

Poco a poco fue adquiriendo más velocidad; iba tan veloz como el rayo y, avanzando por el túnel, hizo un ruido atronador. Tom adivinó que Sam hablaba porque movía los labios, pero era tanto el estrépito que no podía oír una palabra.

Pasaron diversas estaciones del metro, y a cada una subían y bajaban muchos pasajeros. Por lo visto, todos sabían a dónde iban. Algunos apenas se hallaban cómodamente instalados, se ponían a leer un periódico. Parecían estar acostumbrados a viajar en metro. Pero Tom se sentía tan feliz y estaba tan entusiasmado, que pronto dejó de pensar en la gente que lo rodeaba.

¡Bravo! -gritó cuando la máquina tomó, silbando, una larga curva en pendiente, alcanzando una velocidad aterradora.

¡Tambien yo he gritado! - le comunicó Bill a voz en el cuello -, ¡Estupendo!

¡Más velocidad, señor conductor! - dijo Sam - No me gustan los trenes lentos.

Pasando de un coche a otro, llegaron los tres a una puerta abierta en la misma delantera del tren. El viento soplaba allí con fuerza, pero los niños disfrutaron mucho porque veían obscuro el túnel atravesado por la vía.

Los hermanos disfrutaron su viaje en el tren a medida que éste iba rodando a gran velocidad. Ellos sabian que tenían que bajarse en algún momento. Cuando volvieron a ver la luz, pasado un instante, el tren corría por unos rieles situados a la altura de los edificios. En una de las estaciones del tren, deciden bajarse, habían perdido el rumbo, no sabían donde estaban.

-Tenemos que llegar a casa, sea como sea - dijo Tom.

-Y supongo que por el mismo camino - añadió Sam.

-No sé dónde estamos e ignoro en qué parte de la ciudad se halla nuestro barrio - murmuró Tom -, pero, si consigo regresar a Harlem, otra vez procuraré enterarme mejor de cómo se viaja en el Metro.

Bajaron por una hermosa calle pavimentada. Tom iba tocando una melodía en su armónica, cuando un taxi se detuvo en la esquina y tocó la bocina para llamarles la atención.

-¡Chicos! ¿ Verdad que son del barrio Harlem? - Les preguntó el taxista..

- Si señor - contestó Tom -. Somos de Harlem y tratamos de volver a casa. El taxista ofreció llavarlos a casa, se subieron al taxi y sintieron una emoción tan grande, porque ese señor los había ayudado. El taxista se río mucho cuando le contaron cómo Tom había salido del metro.

A todo esto se hizo de noche. A tom, Sam y Bill les parecía que jamás habían visto el verdadero rostro de la ciudad como ahora lo estaban viendo. Las calles iluminadas eran como ríos de luz, y de lo alto de los rascacielos, los anuncios luminosos vertían verdaderas cascadas fulgurantes sobre las amplias calles.

¡Era una maravilla, un sueño!, también los faroles de su calle estaban encendidos cuando el coche se detuvo delante de la casa. Tío Jorge se hallaba fumando su pipa, a la entrada, cuando vio abrirse la puerta del taxi y salir del interior a los muchachos. De momento creyó estar soñando.

Los niños se acercaron a él sonriendo, con orgullo. Pero el tío no acertaba a explicar lo que había ocurrido ni cómo sus sobrinos volvían de su paseo en automóvil..

Ellos le contaron a su tío, con todo detalle, su aventura en el metro y le refirieron, hablando los tres a un mismo tiempo, sus impresiones acerca del fantástico Nueva York de noche.

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FIN


Algunas imágenes fueron tomadas de google y modificadas por mi en Paint


Gracias por visitar. Esperando sus votos a favor, comentarios y resteem

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jajaja me gustó esto. Divertido. Saludos.
Te sigo ahora.

Delicioso cuento, @mariela53.
Me encantó. Es muy refrescante.
Y seguro encantará a los pequeños de la cas
y ¡también a los grandes!

Gracias amiga @mllg. Me alegra que te haya gustado, me apasiona escribir cuentos infantiles. Saludos y cuídate

Bien, ahora tienes chance de escribir más.
Esperemos más publicaciones.


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