El caballero del Violín.

Era un hombre con una vestimenta arapienta, se paraba en algunas esquinas para pasar la vida, tocaba un violín y lo hacía muy bien, aunque algunas veces desentonado su sonrisa dejaba ver algunas partes faltantes de su dentadura.

Era un ser bueno que deambulaba por la ciudad con olor a licor, pero con la mala suerte de que nadie se preocupaba por el loco del violín.

Alguna vez recuerdo que estaba en un sitio al aire libre, al medio día, ya había almorzado, me estaba tomando unas cervezas, entonces lo veo pasar con su joroba, su barba larga y el violín todo parcheado; algo conmovido lo llamo y lo invito a sentarse, le ofrezco una cerveza y algo de comer, el hombre acepta, allí pude conocerlo, le pregunto su nombre y me dice que se llama Gustavo.

Hablamos un rato Gustavo y yo, le pregunto un poco de su vida, me contaba algo triste que no siempre fue el mendigo, ese que veía frente a mi alguna vez fue estudiante universitario, de buen promedio y que hasta planes de casarse con ella tenía. Al mencionarla si voz quebró y supe que era su gran amor.

En medio de la conversación lo veo llorar y le pregunto a Gustavo ¿qué paso? el medio atorado entre la comida y el trago de cerveza me dice pues nada, un día saliendo de un sitio nocturno con 22 años decidimos irnos a la playa a esa hora, entre tragos y la juventud nadie se opuso en el camino me salí de la carretera me quedé dormido y nos detuvo un árbol. Nos dimos unos buenos golpes pero el impacto más grave fue de su lado, al llegar la ayuda y en medio de todo los escucho decir que ella murió, desde ese día nada fue igual.

Este violín lo aprendí a tocar por ella, yo debí morir también por eso desde ahí me convertí en esto que conoces, sé que me llaman el loco del violín, pero fue por un amor que perdí, que llegue a rendirme y no quise saber más de la vida.

El termina de comer, yo terminé mi cerveza y me despido, me quedé pensando mientras caminaba a mi casa en eso de que cada quien sufre sus penas, todo dependerá de cómo se le haga frente.

Gustavo murió, un día lo dejé de ver, pero cada vez que me lo conseguía en el camino le ofrecía algo de comer, muchas personas pasaban y me veían mal y otras me sonreían, yo hoy puedo decir conviértete en multiplicador del bien no juzgues a nadie y siempre tiende la mano porque puede que estés ayudando a un gran caballero o a tu hermano.

Bendiciones a todos en este día @electrodo.

Me despido dándole las gracias por aceptarme como uno de ustedes y esto es solo un abre boca de tantas cosas y anécdotas que les pudiera contar de mis días, hay quien dice que si me pusiera a contar mi vida pudiera escribir un libro que tengo más historias que condorito, jejeje….

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