El Secreto del señor Holmes | Capítulo 4: El ruido del patio trasero

in GEMS4 years ago (edited)


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(Imagen de PawelKortschagin en Pixabay , libre de derechos de autor y de uso libre)


Capítulo 4: El ruido del patio trasero

Abraham estaba asustado, no tenía dudas de que algo extraño estaba ocurriendo en casa de su vecino. Bajó rápidamente a la sala, junto a su madre, con el corazón acelerado.

- Aquí tienes, cariño - Dijo la señora Martin entregándole un tazón con helado de Ron con Pasas -

- G-gracias... - Respondió Abraham -

La verdad es que esto de disimular no se le da para nada bien.

- ¿Qué tienes Abraham? ¡Estás pálido! - Comentó la señora Martin preocupada -

- No es n-nada, es solo que escuché algo en mi cuarto y me asusté y corrí... - Improvisó Abraham - ¿Crees que el señor Holmes se metió en nuestra casa? - Agregó rápidamente, enfatizando en su miedo hacia el señor Holmes -

- ¿¿De qué estás hablando?? - Preguntó alterada la señora Martin - ¿En serio crees eso? ¡Abraham, no te preocupes! Siendo muy sinceros tu vecino no me da para nada buena espina, y la verdad es que no quiero que ni te lo encuentres por el vecindario, pero el no está adentro de nuestra casa... de seguro fue tu imaginación.

- ¿Tu crees? - Preguntó Abraham victimizandose -

- Sí, no te preocupes - Afirmó la señora Martin -

Aunque dentro de sí misma había nacido una preocupación extra tras lo comentado por su hijo, no podía dejarse llevar por la imaginación de un chico de 13 años. Pensar que el señor Holmes estaba dentro de su propia casa era excesivo, pero aun así no podía dejar de imaginar en lo bueno que sería poder encerrar a su casa dentro de una cúpula gigante para evitar cualquier visita indeseada.

- Además - Agregó la señora Martin - Si el señor Holmes estuviera dentro de mi casa, lo molería a golpes. Ninguna persona extraña profanará este hogar, ¿me entendiste?

- Sí, está bien - Afirmó Abraham entre risas -

Aunque no había visto a nadie dentro de su habitación, en verdad le encantaría ver a su madre golpear al señor Holmes.

- Ven, vamos a comer - Dijo la señora Martin invitándolo a la sala -

El resto de la tarde fue muy tranquila y todo fue gracias a la señora Martin. Abraham y ella se la pasaron viendo la televisión y comiendo helado, bromeando acerca de lo irreal que era que una heladería no tuviera helados de Vainilla, y sobre lo exageradamente grande que era el nuevo vecindario. Aunque no dejaba de tener miedo acerca del señor Holmes, ya no estaba en pánico, solo en alerta.

Quería seguir descubriendo que ocultaba ese hombre pero esos ojos amarillos torturaban sus pensamientos. Cada que cerraba sus ojos, ellos estaban allí. Por eso, esa tranquila tarde le sentó tan bien, ya que solo quería recargar baterías para volver a tener la valentía de ir y enfrentarse a esos ojos, descubriendo así que era lo que ocultaba el señor Holmes.

También quería seguir insistiendo en regresar a su casa, así que cada vez que tuviera la oportunidad, nombraría las cosas que le "molestan" acerca de su nuevo hogar y vecindario. Sin mencionar de su nuevo instituto, del cual no había tenido chance ni de preocuparse por todo el conflicto con su nuevo vecino. Ahora que lo pensaba, ni siquiera había revisado su celular.

- De seguro tengo muchos mensajes de los chicos - Pensaba Abraham, refiriéndose a los posible mensajes de sus amigos del antiguo vecindario e instituto -

Las horas pasaron, y la señora Martin y Abraham siguieron pasando el rato y divirtiéndose. El momento de cenar se acercaba por lo que decidieron ir a la cocina para preparar algo, lavar los tazones y poner la mesa. Abraham tenía la loca idea de comer Espaguetis con albondigas para la cena, acompañado de un batido de fresa con chocolate, pero la señora Martin se negó. Cenarían panquecas con miel, y un vaso de leche. No era su cena ideal pero Abraham no podía quejarse, amaba las panquecas.

La cena pasó y la noche transcurrió. Había un clima espectacular, un aire frío que atravesaba la ventana principal de la casa mientras abraza todo a su paso, y Abraham, un joven amante del buen clima, no podía perdérselo. Se encontraba en el sofá de la sala, arropado dentro de un gran edredón verde, mientras revisaba su celular. Esperaba encontrar algún mensaje de alguno de sus amigos, pero fracasó en el intento. Al parecer sus amigos estaban muy ocupados, ya que ni un pequeño: "Hola", le habían mandado. Puede que estuvieran estudiando para un examen o algún tipo de exposición para sus clases de castellano o historia, puede que estuviesen solo cenando con sus familias o disfrutando de un helado, justo como él hace un momento, por lo que entendía que se les hubiera escapado el escribirle un pequeño: "Hola", aunque fuese. Y es que, era eso, o se habían olvidado por completo de su amigo recién mudado.

Abraham prefería sujetarse de la primera opción, aunque la segunda parecía muy probable.

El señor Martin llegó, y la señora Martin y Abraham lo saludaron. Pasaron una linda noche en familia, que siendo sinceros hace meses no pasaban, y se fueron todos a dormir a eso de las 10 p.m. Abraham duró toda la noche en vela, sus pensamientos eran demasiado intensos y no podía dormir. Apenas cerraba sus ojos, un vació profundo golpeaba en su pecho y su estómago empezaba a gruñir, el gato de ojos peculiares aparecía entonces en su mente y un escalofrío horrible recorría toda su espalda. Abría sus ojos de inmediato, y no llegaba más lejos.

Le parecía increíble la cantidad de miedo que sentía hacia el señor Holmes y su casa. El hecho de no concoerle la cara no ayudaba. Pensaba que si algún día lo conociera en persona, moriría de un infarto.

Su falta de sueño e incapacidad de conciliar lo era tanta, que hasta pensó que sería mejor no dormir. Por lo que rápidamente se levantó y agarró su celular para distraerse, cuando un fuerte ruido proveniente de afuera azotó sus oídos. Abraham era miedoso, aunque le molestara mucho aceptarlo, pero en ocasiones su curiosidad lo obligaba a ser valiente, como estaba ocurriendo en esos precisos momentos.

Se levantó lentamente hacia su ventana para poder ver de donde se originaba aquel ruido, corrió un poco su cortina para tener mejor visibilidad, y aunque el miedo no lo dejó abrir su ventana, pudo distinguir muy bien a través de los cristales el responsable de aquel extraño ruido.

Y es que en la oscuridad, en el patio trasero de la casa del señor Holmes, Abraham lo vio. Era un hombre alto aunque encorvado, cubierto con lo que parecía ser un edredón negro, con un cabello corto y negro, y una gran pala que doblaba el tamaño de una pala normal. Aunque estaba de espaldas, Abraham podía distinguir claramente que se encontraba tapando algo en el césped, no sabia que, pero aquel hombre golpeaba fuertemente un tumulto de tierra sobresaliente del piso, por lo que era más que obvio que había guardado algo bajo toda esa tierra.

Abraham no se lo podía creer, ya que si estaba en lo cierto, se encontraba viendo al mismísimo señor Holmes. Tras pensarlo unos momentos, agarro rápidamente su celular y tomo 3 fotos seguidas hacia su vecino, escondiéndose a los segundos detrás de su cortina. Su corazón estaba a mil, tenía la piel de gallina y tenía una presión muy fuerte en el estómago. Quería tomar más fotos y seguir espiando, pero sabia que debía esperar si no quería ser detectado. Y es que, al momento de tomar esas 3 fotos, debido a la oscuridad que lo rodeaba, su celular activo el flash, delatando por completo su posición. Esto hacía muy probable que aquél hombre se diera cuenta de lo que sucedía.

Tras casi un minuto de espera, Abraham decidió volver a ver por la ventana. Movió mucho menos su cortina dejando un espacio muy pequeño para espiar, pero debía ser precavido, no quería que aquel hombre lo viera. Solo pudo sacar un ojo por el pequeño espacio y ni pensó en usar nuevamente su celular, debido a lo imposible que era sacar una fotografía en esas condiciones, cuando se percató de lo peor. Aquel hombre, que ahora sin dudas debía ser el señor Holmes, observaba a su ventana estático, con unos enormes y redondos ojos amarillos.

Abraham no lo podía creer. ¡Era él! Aquél que lo observó tras su ventana, aquél extraño sujeto de casa particular, aquél hombre con ojos amarillos. Existía, era real, y lo estaba viendo justo ahora. Sus ojos eran fulminantes y penetrantes, paralizaban a cualquier tras verlos, y Abraham no era la excepción. Estaba aterrado. El señor Holmes lo observó fijamente durante unos 15 segundos, 15 eternos segundos, y luego prosiguió a caminar de regreso a su casa. Se acercó al porche y se quedó inmóvil observando hacia la ventana de Abraham durante otros 10 segundos más. Sacó un papel de dentro de su edredón y lo dejó en su porche, se quedó estático observando al chico, y luego se esfumó dentro de su casa.

Abraham estaba petrificado, asustado y con unas fuertes ganas de ir al baño, pero algo era seguro, tenía que buscar ese papel.



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Historia original @christopherb.

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final de post.png¡¡¡Felicidades!!!

Muchísimas gracias! Se aprecia mucho

Siempre a su orden. Saludos!!

De acuerdo a la Biblia, ¿Cómo se hace que un niño obedezca?

Mira el video a continuación para saber la respuesta ...

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