Divagaciones 005: Leer para escribir.... las "historias-rémora"

Yo no sé usted, querido lector, pero la mayoría de las veces no puedo escribir sin antes leer. Leer, aparte de abrirnos puertas a mundos ajenos, tiene la virtud de abrirnos puertas a mundos que no sabíamos que teníamos dentro.

Porque a final de cuentas lo que pensamos, lo que sentimos, lo que imaginamos cuando leemos algo nunca es del todo lo que el autor pensaba, sentía o imagina cuando creó ese universo, ese mundo en el que estamos inmersos.

Al leer hacemos dos viajes en paralelo. Uno parecido al del autor del texto, y otro totalmente personal que se vale del primero para existir. Es algo así como un viaje rémora, como esos peces que se adhieren a tiburones y mantarayas para vivir a expensas de ellos, viajando gratis y alimentándose de los restos de la presas que generan estos.

Pues esos viajes-rémora hacen lo mismo. Existen a expensas de la historia que leemos y se alimentan de ella cada que hacemos una pausa en la lectura y nos dejamos llevar por el momento, y recordamos a alguien, reflexionamos al respecto o nos imaginamos algo.

En esas pausas nuestro viaje, que es más como un errar, como un vagabundear sin dirección dirigido por la imaginación del escritor, hace paradas, pausas que pueden ser historias en sí mismas, partes de una historia mayor, aparentemente sin sentido que vamos construyendo conforme leemos.

Al terminar el libro, mientras más de estas historias, de estos momentos, haya detonado en nosotros el texto del autor, más habremos disfrutado la lectura, más nos habrá dejado de experiencia, porque a través de ella pudimos viajar por nosotros mismos y descubrir o revisitar partes nuestras, de nuestra historia, de nuestra naturaleza, de nuestros sueños.

La diferencia entre los que escriben y los que leen, es que quienes escribimos, durante estas pausas pasamos a papel las partes de esos viajes paralelos que nos inspira cada autor, y al hacerlo somos parte de una reacción en cadena, porque luego alguien más al leer nuestra historia puede hacer lo mismo, construyendo así otro eslabón de una cadena que puede ser infinita.

Leer nos abre puertas, simplemente hay que pasar por ellas y disfrutar el hallazgo, o si eres escritor, registrarlo y describirlo, ese es el secreto, eso y tener gusto por viajar... a donde sea, incluidas las mejores y peores parte de uno mismo.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.