Concurso acelerador Steem4nigeria Semana 51: Aprendí a decir NO
Un no puede alejarnos de actividades y compromisos que, por una u otra razón, no nos conviene afrontar...
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Es difícil decir: no.
Hasta hace algunos años me resultaba muy difícil decirle un no a cualquier persona. La verdad es que ignoro cuáles eran las razones de este comportamiento, sin embargo, cuando lo pienso con detenimiento, creo que se debía a las enseñanzas que, desde temprana edad, me inculcaron en el hogar. Mi madre, sobre todo, desde su inmenso amor como cristiana, a todos sus hijos nos reiteraba siempre que debíamos ser amables y serviciales con las demás personas. Si de buen corazón ayudamos al prójimo, señalaba con su agradable voz, nos ganaremos el aprecio y la buena voluntad de quienes, en algún momento, necesitaron de nuestros favores. Una gran parte de mi vida transcurrió, entonces, quizás por esas razones, negada a pronunciar un no como respuesta.
La duda ante el no/ F
Supongo que a la mayoría de las personas le sucede algo semejante a lo que he señalado anteriormente. Pero debemos acotar, además, que no solo desde el hogar nos enseñan a ser atentos con los demás, todas las instituciones que intervienen, de alguna manera, en la conformación de la sociedad nos insisten tanto en la servicial amabilidad como en otras virtudes. La escuela, la religión y hasta las tradiciones culturales se empeñan en educar ciudadanos que contribuyan al bienestar de su entorno.
Los individuos que concientizan estos lineamientos asumen que son egoístas, que se comportan de manera inadecuada, si responden un no ante cualquier favor o solicitud que saben que pueden llevar a cabo. Y en muchas ocasiones, a pesar de que están conscientes de que no cuentan con el tiempo o los recursos suficientes para cumplir con ciertos compromisos, los aceptan porque los convierten en retos personales y, por supuesto, para no quedar mal.
Aprendí a decir: no.
Cuando era un estudiante universitario y, después de un atareado semestre, regresaba al pueblo a pasar vacaciones, las personas que me conocían me buscaban en seguida para que les ayudara con las tareas escolares, u otros compromisos, que tuviesen que ver con el dibujo, el análisis de textos, la creación literaria y en todo cuanto se refiriese a la escritura. Me di cuenta, entonces, de que en lugar de descansar, de relajarme, pasaba aquel período también sumamente ocupado, solucionándoles los problemas a los demás.
Evaluando atentamente esa situación, además, me reproché que, muchas veces, no me limitaba a ofrecerle al interesado algunas explicaciones para orientarlo, sino que le hacía todo el trabajo. Fue así como determiné que era imprescindible decir no para aprovechar mis días de sosiego. Y a partir de ese momento aprendí a valorar mejor mi tiempo y mi esfuerzo.
Lo esencial es aceptar que cuando pronunciamos un no, después de examinar de forma sensata nuestras posibilidades, no significa esto que estamos siendo egoístas o insensibles ante los problemas de nuestros semejantes. Cada ser humano tiene sus particulares prioridades y es un sinsentido dejarlas de lado para ocuparnos de las que directamente no nos compete, porque creemos que es de mala educación negarse a cumplir con ciertas solicitudes.
Dentro de esta realidad en que habitamos, si lo pensamos con atención, existen innumerables caminos y oportunidades para realizar todo aquello que deseamos o nos exijan las circunstancias. Por lo tanto, cuando simplemente le decimos un no a otra persona, debemos entender que no representamos su única opción ni le estamos coartando sus propósitos. Si de verdad tiene interés en alcanzar sus objetivos, puede buscar cualquier otra alternativa.
Invito a los amigos:
@daprado1999,
@furqanarr y
@sharifanamin
Nota: Las imágenes que no se encuentran referenciadas con su fuente pertenecen al autor y fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.
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