De seguro algo había escuchado del Mesías, pero ignoraba por completo el peso de las cosas, quizás por mi corta edad, siendo adolescente, queriendo comerme el mundo, sólo me detenían esas ovejas que me obligaban a pastorear. Recuerdo como si hubiese sido ayer, estamos David, Ángel (mis mejores amigos) y yo, cuidando esos rebaños en las vigilias de la noche. A esa hora de las 3 de la mañana, cuando todo estaba más silencioso, sacábamos las yerbas para el té y nos preparábamos una rica infusión para sentarnos a escuchar las historias que siempre tenía Ángel que contar, como sacadas de un libro. Después de dos o tres y media, habló de aquella Bendita profecía que estaba por cumplirse en ese pedacito de tierra llamado Belén, yo, el más incrédulo pensaba que era una locura, como aquel Mesías, Salvador De Su Pueblo, el Hijo del Dios Altísimo vendría a nacer aquí. No me cabía en la cabeza. Ellos trataban de romper mi incredulidad, hoy que lo pienso pasado el tiempo, ¡que gran fe de aquellos dos!

Ya antes del amanecer, serían las cinco, no lo sé, tuvimos aquella experiencia que hasta hoy no puedo entender, el cielo se iluminó, una estrella como forma de sol alumbró encima de nosotros como guiándonos, yo con las piernas que no me daban y mis amigos como si los hubieran llamado a ellos, ellos adelante y yo detrás, dejamos aquellas pobres ovejas para ir a encontrarnos con nuestro destino. A la brevedad se escuchó un gemido profundo y más atrás como si la Vida hubiese nacido, un niño lloró; nos acercamos escondiendonos entre la oscuridad que quedaba de la noche. Y David dice "Es sólo un niño con sus padres" pero me pico la curiosidad, y mientras me fui acercando a ese establo, fue como una película que pasaba por mis ojos, recordando tal profecía, ¿sería cierto? Pregunté para mis adentros. Y lo vi, fue como ver en un espejo mi alma, no dijo nada, pero al mismo tiempo habló a mi alma, no pude evitar caer entre mis rodillas y la gente. Me despertó, sentí como que el que hubiese nacido era yo. Mejor dicho, Ese día nací con Él.