Reto Recreative: A mi y al Pato Lucas!! El queso, la bicicleta y un encuentro inesperado: una historia de primeras impresiones

Hace mucho tiempo, cuando tenía diez años, era un niño introvertido, sumiso y reservado. No socializaba con nadie y me costaba mucho integrarme en la sociedad. Pero mi papá, con la intención de ayudarme a superar esta barrera, decidió comprarme una bicicleta BMX, una auténtica joya con aros de 20 pulgadas. Así comenzó mi travesía para aprender a montar en bicicleta en el patio de mi casa, un aprendizaje lleno de tropiezos, moretones y caídas, pero con una determinación inquebrantable.

Después de mucho esfuerzo, un día logré mantener el equilibrio sobre las dos ruedas. Una semana más tarde, mi madre, Yoalis, confiando pero a la vez temerosa, me pidió que fuera a la bodega a comprar queso. Aunque yo prefería ir caminando, ella me obligó a utilizar la bicicleta. Lleno de nervios, comencé a pedalear y, finalmente, logré mantener el equilibrio después de recorrer unos tres metros.

Sin darme cuenta, llegué al mercado conocido como "Los Primos" y pedí el queso. En mi regreso a casa, ocurrió algo inesperado. Ahí estaba Carolina, una niña que siempre me había gustado y que me ponía nervioso. Mientras pasaba frente a ella, no podía apartar la vista de sus ojos. Perdí el control de la bicicleta y terminé estrellándome de cabeza contra la zanja que se encontraba en su casa. Lo único que recuerdo es estar en casa, llorando y bañándome.

El papá de Carolina, comprensivo, le llevó a mi madre la bicicleta y el queso. A partir de ese día, decidí no volver a montar en bicicleta. Sin embargo, puedo manejar patinetas y patines sin problemas. Como dicen por ahí, "eso solo me pasa a mí y al Pato Lucas".

Esta divertida anécdota de mi infancia siempre me saca una sonrisa y me recuerda que las caídas y los errores forman parte de la vida. Aunque mi intento de impresionar a Carolina no salió como esperaba, aprendí que es importante reírnos de nosotros mismos y seguir adelante. Quién sabe, tal vez un día vuelva a subirme a una bicicleta y tenga una historia aún más memorable para contar.