Saludos cordiales, amigos de esta comunidad, dejo para ustedes este cuento que escribí producto de la pérdida de olfato.

Nadie sabe el porqué, no recuerdan y por lo tanto no extrañan, pero el mundo que ahora viven no tiene olor.

Dice en los libros que una pandemia erradicó la capacidad de oler. Al principio hubo una conmoción. Las fábricas de perfumes y lociones quebraron y poco a poco se fueron eliminando.

Las madres ya no meten la nariz en la piel de sus hijos recién nacidos para suspirar luego, extasiadas, tampoco reconocían cuando el pequeño necesitaba un cambio de pañal, dejaron a los ojos la supervisión de todo.

En los libros de biología ya no se clasifican los cinco sentidos sino cuatro, tampoco se habla de contaminación, de manera insólita la basura ha dejado de ser un problema, la gente camina en medio de ella incluso dice como referencia, para dar alguna dirección: "allá, detrás del perro muerto está la entrada del colegio".

La industria relacionada con la alimentación también mermó, pero tan creativo como es el ser humano se dedica a la comida Gourmet y por los ojos invita al comenzal que se sienta y paga por tragar flores y pájaros hechos de remolacha, zanahoria y otras frutas, ahora comer es como un ejercicio de curador de arte.

En una plaza cualquiera es común ver la siguiente postal: una señorita sentada al lado de un harapiento y greñudo mendigo, (estos sí que no han disminuido), emocionada escucha la divertida cháchara que de la boca de dientes negros se diluye en historia de amores y grandes pasiones, cualquiera pasa y se queda embelesado a escuchar la conversación, se diría que la discriminación se desvanece por la anosmia.

Como cosa curiosa, las madres comienzan a bautizar a sus hijos con el Nombre de Jean-Baptiste Grenouille