SEC-s11w2 | Mi vida como padre o hijo. Alegrías y tristezas

Como padre o hijo, cuéntenos sobre un período en el que tuvo una alegría duradera.

Como hija, crecí en una familia muy unida, donde nunca tuvimos carencias de lo necesario, esto incluye las actividades recreativas y paseos.

Por lo general, sobre todo cuando era pequeña, visitábamos con la familia extendida los parques y áreas naturales cercanas a mi ciudad natal, tales como la zona de El Junquito y la Colonia Tovar, donde disfrutábamos del ambiente de montaña y su clima frío, o de idas a la playa o al río, a acercándonos a las costas de La Guaira.

Eran salidas de todo un día fuera de casa.

También se aprovechaba cualquier fecha para hacer fiestas y reuniones familiares.

Muy rara vez, íbamos a locales de cadenas de comida o centros comerciales.

Sin embargo, recuerdo que salía con mi papá y él nos llevaba a comer en restaurantes. Salir con nuestro padre es una aventura bonita y feliz. Recuerdo también que mi primer viaje en metro y en avión fueron con él.

¿Qué has hecho para asegurar que este gozo continúe en tu vida y en la vida de los que te rodean?

Como madre, considerando que en la crianza de mi hija me acompaña la figura de su padre, con su bagaje personal, y aunque estamos en una época muy distinta a la cual cada uno de nosotros creció, los momentos de alegría tienen escenarios y motivos similares.

Es frecuente visitar los cada vez más numerosos centros comerciales donde se puede estar en ferias y caminar sintiéndose medianamente seguro, bajo techo. Igualmente, cuando estaba más pequeña llevábamos a nuestra hija a una famosa franquicia para que jugara en el parque infantil y compartíamos un helado.

Me alegra haber tenido los recursos necesarios para hace algunos años haber costeado viajes a la isla de Margarita y a otras zonas del oriente del pais, que le permitió a mi hija disfrutar lo que era una tradición familiar de vacaciones.

Ahora, mi hija y yo con los amigos cercanos, frecuentamos mucho los parques de la ciudad, disfrutando actividades al aire libre. Con su papá, solemos hacer largas caminatas, que por lo general tienen como destino alguna bonita plaza.

Los paseos a la playa o la montaña son menos frecuentes, ya que ameritan una mayor organización, logística e inversión monetaria en una situación económica donde los recursos se dirigen principalmente a satisfacer las necesidades más básicas.

Cualquier evento, en especial los cumpleaños, es una buena escusa para hacer una sencilla reunión familiar en la cual podamos compartir momentos de alegría.

En mi niñez no notaba cuánta inversión requería de los adultos el organizar un paseo o un viaje, siempre hubo lo necesario de forma modesta, sin lujos ni derroches.

Eso sumado a nuestra realidad actual como país, me han enseñado que la alegría está en el disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos, de las bellezas naturales y los espacios de esparcimiento, sin necesidad de tener una actitud consumista.

Como padre o hijo, cuéntenos sobre un período en el que tuvo tristeza. ¿Qué has hecho para asegurarte de que el período de tristeza no vuelva a aparecer en tu vida?

Siendo niña, la situación de tristeza más marcada fue sin duda la separación de mis padres. Hubo pérdidas de seres queridos, como mi abuela paterna y un tío muy querido, entre los lutos que recuerdo de mi niñez, pero diría que nunca nos lo hicieron sentir de una forma muy evidente.

Pero no hay manera de proteger los sentimientos de un niño, tras una ruptura familiar.

Ya de adulta en la familia nos ha tocado experimentar la ausencia de un mayor número de seres queridos, tanto amigos como familiares. Muchos fueron muy longevos y a algunos les ha ido llegando su tiempo de partir, otros fueron víctima de enfermedades que precipitaron su cambio de plano.

La muerte siempre será en nuestra cultura un evento signado por la tristeza, pero la manera en que se asume ha cambiado relativamente para bien, hacia la aceptación de los designios de Dios y el agradecimiento por la bendición de continuar con nuestras vidas a pesar de las ausencias, que no son solo de los que han fallecido, sino de los que se han ido del país.

No puedo garantizarle a mi hija ni a mí misma la ausencia de situaciones tristes, pero sí puedo hacer mi mayor esfuerzo por evitar lo que se pueda evitar y la mejor actitud para aceptar los cambios que se nos presentan en el camino de la vida.