I Concurso de cuentos de hadas// I Fairytale Competition. "LA CAPERUCITA ROJA...(Y SU HADA MADRINA)"

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Desde la escuela la llaman "Caperucita Roja", porque una vez, en la fiesta de Carnaval de 2° grado, mientras los otros niños llevaban trajes claramente identificables: Spiderman, Suoerman, El Zorro, Reina, Blanca nieves, Fantasma, Bruja, Pirata.., ella sólo se presentó con una capa roja con capucha (por la maestra supieron que se llamaba "caperuza"). Era parte de un disfraz de húngara, alemana o algo así, pero su mamá no lo había podido comprar completo. A pesar que llevaba meses pagando por abonos el disfraz, cuando llegó el día de la fiesta solo había logrado cubrir parte de su valor.

Agradeció, sin embargo, que el dueño de la tienda de disfraces le permitiera retirar siquiera la roja caperuza, sin hacerle lo que en otros establecimientos comerciales: ni entregarle el producto por no haberlo cancelado completo, ni devolverle el dinero o un artículo que igualara lo pagado como compensación. Pero el Sr. Girlando tenía buen corazón, y de no haber sido porque la crisis política que repercutía en lo económico ya golpeaba bastante sus finanzas le habría permitido llevarse el disfraz completo a cambio de la promesa de seguirlo pagando hasta completar su valor. Pero la mamá de la ahora llamada Caoerucita Roja tampoco estaba en posición de prometer sin saber si podría cumplir, así que con la entrega de la caperuza quedó zanjado el asunto.

Ahora, en plena cuarentena, la abuelita de Caperucita necesitaba alimentos y medicamentos ya que la pensiòn que recibía - como decía ella -"No le alcanzaba pa'ná".

-Caperucita, por favor, no olvides el tapabocas ni los guantes. El salvoconducto te lo coloqué al lado de la cestita. Recuerda que debes tener mucho cuidado al pasar por la Avenida El Bosque. He oído que por allí han habido algunos robos de un malandro al que apodan El Lobo. Camina por la acera más concurrida,si ves algún trecho solitario espera a que vengan más personas antes de seguir y, sobre todo, ¡No hables con extraños! Si no hubiera amanecido con esta diarrea iría yo y estaría más tranquila. Apenas llegues a casa de la abuela mándame una nota de voz por whatsapp y otra al salir para acá. No te tardes mucho. Tampoco te vengas de inmediato. Mi mamá debe sentirse muy sola allá, me da temor vaya a caer en depresión ¡Cómo preferiría que se viniera a vivir con nosotras...siquiera mientras dura la cuarentena!

• Yo también quisiera eso, mamá, pero la abuelita siempre que le tocamos ese punto dice que "prefiere estar tranquila en su rancho que estorbar en rancho ajeno". Tranquila que seguiré todas tus instrucciones al pie de la letra. No te estreses. Chao. La bendición.

• Dios te bendiga y la Virgen te proteja.

- Amén.

Caperucita, adolescente al fin, apenas puso un pie fuera del edificio olvidó todas las instrucciones dadas por su madre. Iba contenta de poder respirar aire de calle y alegre hasta por la diarrea materna cque le daba la oportunidad de salir.

Las calles estaban más solas de lo que pensó, muchos negocios cerrados. Poca gente, algunas parejas, ningún grupo. Una larga cola frente a la única panadería de la zona. La cola la hacía más larga la distancia de un metro que debían guardar entre sí todos los clientes.

Notó que varias personas andaban como molestas por el uso del tapabocas. Unas lo llevaban al cuello, otras protegiéndoles..,¡La barbilla! Al cuello tipo pechera, colgado de una oreja, en la mano, también notó cómo, apenas acercarse un auto o moto de la policía, los tapabocas de inmediato tomaban todos el lugar correcto tapando boca y nariz. Frente a la sede policial vio un grupo de varios funcionarios conversando animadamente sin guardar la distancia requerida y todos con los tapabocas al cuello. Oh, sí, pero ellos eran ELLOS, y el civil y de a pie bien que se tenía qué cuidar de incomodar a alguno.

Siguió adelante, en ese momento escuchó una voz algo apagada por el uso del tapabocas:

• Hola, niña.

Le miró. Un cabello muy poblado de rizos castaño oscuro, cejas gruesas que enmarcaban unos ojos fríos pero de un hermoso azul.

- Hola.

-¿ Y eso que andas sola? No es bueno que anden menores de edad sueltos por ahí...no en estos tiempos...puedes tener problemas con la policía y terminar en Calichal.

• No creo. Tengo un salvoconducto. Como mi abuela es muy mayor, hipertensa y diabética... mi mamá y yo tenemos permiso especial de circulación para poder estar pendientes de ella.

-Ah, muy bien ¿Y tu mamá, anda comprando algo?

Mientras el individuo le hablaba miraba alrededor con frecuencia.

• No, se quedó en casa. Amaneció con el estòmago flojo y voy yo en su lugar a llevarle unas cosas para la comida a mi abuela y una cajita de Losartán.

-Mmmm ¿Y dónde vive tu abuela?

_-Algo lejos, me recorro toda la avenida El Bosque y todavía falta camino.

• Mmmm.. Debes tener cuidado al circular por esa avenida.

• Sí, ya se. Mi mamá me dijo que allí roba un malandro...un tal "Lobo" y que vaya por donde vea gente y no por las partes solas.

-Sí, debes hacer caso a tu mamá. Pero, mira, como yo voy por allí también, vamos juntos, ya con eso no tienes qué estar pendiente si viene o no viene gente. Y hablamos un rato ¿Te parece?

-Ah, sí, está bien.

-¿ Y tú...cuántos años tienes?¿Diecisiete? ¿Ya cerca de dieciocho?

-No, catorce, pero el mes que viene cumplo los quince.

• Oye... Pero aparentes más...ya estás muy formada. Y, dime...¿Tienes novio?

• No, qué va. Mi mamá no me deja. Dice que no antes de los dieciocho para que no me distraiga de los estudios. Pero es una estupidez. Todas mis amigas tienen novio y sacan mejores notas que yo.

• Ja, ja,ja. Sí, claro, claro. Eres muy simpática. Pero ya seguro que te gusta algún jovencito por ahí...a esa edad se alborotan las hormonas.

- Sí, me gusta uno, pero no tan muchachito. Y él también gusta de mí, pero mi mamá no lo quiere ver ni en pintura porque tiene 21 años. Ella dice que de seguro viene con otras intenciones, que no las de ser un simple noviecito de manitos sudadas.

• Y a lo mejor no es así...a lo mejor ese te cuidaría...ahora. Por ejemplo, podría venirte acompañando, tomaditos de la mano, hablando, y, de repente...darse un besito más o menos largo antes de llegar a casa de tu abuela...¿No te gustaría?

-Sí, pero mi mamá no deja.

-¡Otra estupidez! ¿Cierto?

-Sí, otra de sus estupideces. En cambio, mi abuela si está de acuerdo. Ella se metió a vivir con mi abuelo a los trece años y dice que si se hubiera podido antes, mejor. Y mi abuelo tenía 23.

-Bueno...mira, yo no tengo 21, yo tengo 20. Pero uno a esta edad más bien cuida a las niñas como tú.

- Y tú sí tienes novia.

• No me creerás pero nunca he tenido novia, ni he estado pendiente de eso, pero de un tiempo para acá, sí, me hace falta. Quisiera tener mi novia, para conversar, contarnos nuestras cosas, salir a pasear, comprarle chocolatitos, flores, peluches, hacerle esos detalles...y también, claro, tomarnos de la mano, besarnos, acariciarnos... Eso sí, con mucho respeto. Hacer de todo sólo de la cintura para arriba. A mi novia yo la cuidaría hasta de mí mismo. Pero sí me gustaría encontrar una muchacha que no hubiera tenido novio antes, que fuéramos primerizos los dos, sin estrenar los dos, y estrenarnos y conocernos el uno al otro. A mí me gustaría una muchacha así como tú. Y hasta la edad así como la tuya, empezando la vida. En un caso así yo me las arreglaría para conocer a su mamá, me haría amigo de la familia y seríamos noviecitos escondidos hasta alcanzar la edad esa que dijera la mamá. Tendríamos un noviazgo muy muy bonito y esa niña sería como la reina de mi vida. ¿Y ese muchacho no te ha dicho para ser novios a escondidas?

• Bueno, en realidad no me ha dicho nada, sino que cuando coincidimos en reuniones me mira mucho, se me sienta al lado a conversar y una amiga que le preguntó si yo le gustaba le dijo "Sí, pero ella y yo tenemos qué hablar", pero no hemos hablado. Chateando sí por whatsapp porque él me pidió mi número y me escribía a diario "¿Qué haces?" , o "Estoy casa de Fulano, haz lo posible por venir". Pero en sí, en sí, de hablar nada. Y de repente me dejó. Escribir. Ahora, su mejor amigo gusta de mí, no se si fue que se lo dijo y por eso se apartó o qué. Pero de repente dejó de escribirme, y bueno, yo tampoco le escribo, porque no le voy a andar atrás como si fuera la última PepsiCola del desierto".

• Mira...ya llegamos al final de El Bosque ¿Por dónde es que vive tu abuelita?

- ¿Tú sabes dónde está la frutería de Los Rolos?

• Sí.

• Bueno... La casa que está casi enfrente, en la diagonal, una casita azul claro que tiene junto a la puerta una mata de limón.

• Ah, ya se cual es. Yo he pasado por ahí...y...mira...no nos gen s dicho nuestros nombres. Yo me llamo Iralferd ¿Y tú?

-Albany.

- Ok, Albany, un gusto, tal vez nos lleguemos a ver antes de lo que piensas...ah...¿Cómo se llama tu mamá?

• Mariån.

• Ok. Me la saludas, voy a parar es mototaxi que viene ahí, chao.

- Chao, Iralferd.

Iralferd se subió a la moto y desapareció en la siguiente esquina. Antes de los diez minutos estaba tocando a la puerta de una casa color azul claro con una mata de limón al frente.

Le abrió una anciana con la cara muy arrugadita, tenia el canoso cabello lacio, suelto, que le daba casi a la cintura. Al ver al joven entre cerro los ojos y con mirada inquisidora le preguntó:

• Diga, joven ¿Qué desea?

- Buenos días, señora, vengo de parte de Albany, su nieta...quedamos en encontrarnos acá...ella me dijo que usted nos apoya.

La viejecita rió con picardía.

-Ah. Al fin se decidieron. Muy bien, joven, si vienes con buenas intenciones serás bien recibido aquí siempre que quieras...pasa, pasa.

Iralferd entró en la casa y de inmediato sufrió una impresión terrible, lo que por fuera parecía ser una casa normal por dentro era un lugar tétrico, en penumbras. El piso lleno de basura, aserrín y polvo. Los muebles de forros desgastados, el techo recubierto por una capa de herrumbre y hollín, la estancia estaba llena de espesas telas de araña que iban de pared a pared. Trató de dar un paso atrás y no pudo, estaba paralizado. Entonces escucho nuevamente la voz de la anciana:

-- Si vienes con buenas intenciones serás bien recibido aquí siempre que quieras... Pero si tus intenciones son malas...serás mal recibido... ¿Entendido, Iralferd, o debo llamarte más bien...El Lobo?

Media hora más tarde, llegaba Caperucita Roja y tocaba a la puerta. La abuelita la recibió con un fuerte abrazo, Y la hizo pasar a su primorosa casita, muy iluminada, de blancas paredes, cortinas de colores muy alegres y limpia como una patena. Tomaron malta con leche acompañada de bizcochuelos mientras conversaban de todas esas complicidades que unen a abuelas y nietas cuando el amir es grande entre ellas. Antes de irse, Caperucita Roja recibió un obsequio de su abuelita: Un delicado camafeo en oro blanco con incrustaciones de brillantes. Al abrirlo se podía visualizar la foto del matrimonio de sus padres impresa en un fondo de nácar. Era una joya prodigiosa. También lo fueron las palabras de su abuelita:

• Llévala siempre colgada al cuello, hijita, es una gema portadora de magia. Mientras la conservar en contacto con tu piel hará que puedas conocer las verdaderas intenciones de quienes se te acerquen y el día que encuentres el verdadero amor exhalará una fragancia a rosa y jazmines que de inmediato te recordará este momento por mucho tiempo que haya pasado. Y...te digo un secreto, yo, además de tu abuela, soy tu hada madrina.

Caperucita Roja regresó al lado de su madre, aún espera que se termine la cuarentena. La abuelita, feliz en su linda casita se dedica a tejer, cuidar el jardín y ver las antiguas películas de Disney. Con respecto al Lobo...más nunca se supo de él, lo cual representó un gran alivio para los transeúntes consuetudinarios de la avenida El Bosque.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y el que no se pare se queda sentado.

Esta es mi participación al Concurso convocado por @nancybriti, participa tú también. Lee sus bases haciendo click acá: