Concurso de Arte y Escritura #104

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Un domingo soleado

Era un domingo soleado, como muchos domingos lo fueron ese año. La Plaza de las Peonias siempre tenía algo a ofrecer los domingos soleados: ferias, mercadillos, artistas ambulantes. De regreso de la Escuela Dominical, Alberta y su esposo Hipólito siempre echaban un vistazo a las ferias de la Plaza de las Peonias, que quedaba debajo de su vivienda. A veces compraban un pequeño adorno, sobre todo algún florero. Los floreros les recordaban a su único hijo, Sebastián, que se había ido hace años al extranjero a buscar fortuna. Sebastián amaba las flores y soñaba con convertirse en florista, pero aún más quería una vida mejor para sus padres, que nunca habían conseguido comprar una casa durante décadas de matrimonio. Entonces, olvidándose de su sueño, había aceptado un puesto de obrero en una fábrica en el extranjero que pagaba muy bien. Por lo menos en su tercera edad, Alberta e Hipólito tendrían una casa propia. Ellos siempre decían que alquilar no les incomodaba para nada.

-¿Y si el precio del alquiler sube? ¿Y si al dueño le sirve la casa? ¿Y si no van a encontrar nada más al alcance de su sueldo? ¿Qué van a hacer, mayores, sin más fuerzas para trabajar y sin casa propia?
-Dios nos va a ayudar-, le contestaban los padres a Sebastián.
Ellos no querían que su único hijo renunciara a su sueño por su causa.
-Lo sé-, decía Sebastián. Sin embargo, yo no estoy discapacitado y, por lo tanto, me incumbe hacer algo.
Alberta e Hipólito no habían logrado convencer a su hijo para que se quedara. Además, estaban muy preocupados porque las noticias que llegaban desde lejos nunca eran buenas. Siempre había alguna inundación destruyendo esa y aquella ciudad, deslizamiento de tierra o algún huracán. Aquellos tiempos eran difíciles. Y ahora, hacía meses que no tenían noticias de Sebastián. Ya no llegaba más dinero del extranjero, pero a Hipólito y Alberta no les importaba nada del dinero. Solo quería a Sebastián de regreso. ¿Será que aún estaba vivo? Aquel domingo, la pareja pasó por alto la feria. No estaban animados para echar un vistazo a nada. Hipólito se sentó tristemente junto a la chimenea para avivar el fuego, mientras Alberta se fue melancólica a mirar atrás de los vidrios de la puerta del balcón. De pronto, el gato de la casa se puso en agitación.

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Alberta levantó las cortinas de la puerta de vidrios y no pudo creer a sus ojos. ¡Sebastián estaba de regreso! El gato lo había visto desde lejos atravesar la Plaza de las Peonias y por eso se puso loco de alegría.
-Hijo, ¿por qué no nos diste más noticias tuyas?- le pidieron una vez que todos estuvieron reunidos en casa.
Lo que ocurrió fue que un incendio había destruido la fábrica y todos los obreros y empleados se habían quedado sin el puesto. Todos los que eran inmigrantes tuvieron que arreglar sus papeles y volver a su país.
-Lo siento por no haber podido enviar dinero suficiente para comprar una casa-, dijo tristemente Sebastián. -Y con la última plata que me sobraba, tuve que pagarme el viaje de regreso. Solo me quedaron unos cuantos miles de pesos.
El joven puso ese poco dinero en la mesa. Sin embargo, Alberta e Hipólito no querían aprovecharse del hijo y además le tenían buenas noticias. Como el dueño de la vivienda tenía mucho apuro por mudarse al sur del país, les había propuesto a los inquilinos de comprarla, poniéndola a venda a precio tan ridículo que la pareja logró aceptar la oferta. Además, el florista de la Plaza de las Peonias, bastante mayor, quería retirarse. Y como Hipólito y Alberta no habían gastado un centavo del dinero que Sebastián les enviaba del extranjero, les quedó lo suficiente para comprar la tienda de flores y así realizar el sueño de su hijo...

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Invito a participar a mi querida @wakeupkitty. Saludos y abrazos desde Mercosur.

Sort:  

Qué belleza de post. No pude evitar sentir dolor al imaginarme el pesar de Sebastián al ver que la fábrica donde trabajaba se había incendiado y que no podía mandarle dinero a sus padres, como deseaba.

Tengo amigos y familiares que han tenido que emigrar del país, y sé que les ha tocado vivir situaciones difíciles; algunos han vivido, incluso, en la indigencia. Pero Dios sabe cómo obrar, y luego de la tormenta siempre viene la calma.

Me encantó leerte.

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Muchas gracias, querida, por tus lindas palabras:
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Such a lovely story and it ended well. I wonder what would have halpened if Sebastian would have never left. Most likely the end of the story would have been different.

🍀❤️

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If Sebastián would have never left, his parents would have been in lack of the money to purchase the flower shop...😂😂😂😂❤️

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Yes. So, there's a reason for everything and a hapoy ending.
❤️🍀

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❤️❤️❤️❤️

Esta historia es hermosa. Lo bueno es que la pareja tuvo una esperanza al final y que su hijo no ha hecho esfuerzo por nada.

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Exactamente. Gracias por el aprecio😊

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A pesar de todo, al final se logro varios objetivos. Comprar su casita y cumplir con el sueño del hijo. Que bonito leerte. Un abrazo.

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Gracias por leer y apreciar🤗❤️

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