Cuando me encontré con este concurso, me llamó la atención su temática. Inmediatamente me formulé la pregunta ¿Qué es el éxito? Y mientras reflexionaba en su respuesta, me surgió otra, ¿soy exitoso?

Cuando analizo mi vida, a mis casi setenta años, con salud, paciencia y buena disposición anímica para enfrentar cada día y observo el entorno de mi país, afligido por grandes problemas políticos, llego a la conclusión de que he tenido éxito.

Para mí este no gira solamente en el hecho de tener dinero, mansiones o lujos, sino en cómo administro mi vida para que las penurias que se viven no dañen mi espíritu. Una de mis expresiones preferidas es “Yo no me voy a dar mala vida por eso” esta se ha vuelto hasta motivo de risas en mi entorno familiar; mis hermanas me ven como un ser humano tranquilo y hasta pasivo, porque no corro a desesperarme por lograr obtener un bien o porque no saqué beneficios personales en los trabajos que tuve. Esta mirada aferrada a lo material no coincide con mi forma de observar el mundo.

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Mi fe inquebrantable en un Dios me mostró siempre que no estaba solo. Mis principios, valores me han llevado a mantener la dignidad como una base en mi soporte humano. Me gusta la justicia y todo lo que hago va apegado a ello. Me incomoda sobre manera la gente que trata de sacar provecho por sobre la desventura de otro. Creo que eso hace mucho daño a la sociedad donde nos desempeñamos. Observo situaciones donde la incongruencia es un patrón, por ello prefiero apegarme a lo que creo que mantiene firme en mis convicciones.

Intento no presumir de lo que posiblemente no sea una regla que pueda seguirse fácilmente, solo deseo mostrar lo que a mí me ha funcionado.

La forma en que ahorro mi dinero

No me considero un consumista que se deja llevar por la moda o imposiciones de momento. Soy bien exigente a la hora de ver y decidir dónde comprar lo que necesito. Me desagrada mucho la usura y por mi profesión de administrador me obligo a observar cómo los otros tratan de sacar provecho hasta en un 200 por ciento en lo que venden. Evito caer en esas trampas. Esto me puede granjear la fama de tacaño, sin embargo, no lo soy, compro lo básico, lo exclusivamente necesario, luego de hacer un estudio del mercado que me muestre donde están los mejores precios. Anoto también las fechas en las que adquirí un determinado producto para tomar las previsiones del caso y comprar a tiempo lo que necesito. Esta manera de actuar me ayuda a tener control de mi dinero.

La forma en que administro el tiempo

Soy un jubilado, lo que me permite tener mayor tiempo libre, sin embargo, me he acostumbrado a una disciplina que me permite hacer las actividades diarias con acierto. Suelo madrugar, ya que para mí, las horas de la mañana son las más ventajosas para las tareas cotidianas. Evito acumular quehaceres y me dispongo a las faenas con buen humor y entusiasmo. Considero que el estado anímico es fundamental para tener una buena vida. Esto me lleva al siguiente aspecto.

Cómo me mantengo feliz

La música ha estado en mi vida desde siempre. Me gusta cantar y componer. Desde que me levanto escucho música o entono melodías. Eso hace que mi ánimo se mantenga en armonía. Disfruto de las mascotas, lo sencillo, las plantas, un buen café, una conversación amena. Esos pequeños placeres de la vida diaria le dan sentido a mi vida. Todo ello apegado, como ya lo escribí antes, a mi fe en Cristo.

Mi poder espiritual

La convicción de que existe un ser superior creador nuestro, de la naturaleza y todo lo que nos rodea me da el poder espiritual que necesito para estar en paz. Suelo escribir plegarias que leo cada día al amanecer. Cuando algo incómodo ha ocurrido en mi vida escribo una oración a Dios donde pido protección y cobijo. He sentido esa compañía y todos los días reconozco las dádivas divinas que me hacen sentir que siempre he recibido la ayuda que le he pedido.

Cómo organizo mi trabajo

Siempre atendí lo prioritario en primer lugar, mi sentido de responsabilidad me hizo llevar una vida apegada al trabajo para la obtención de los recursos que le dieran soporte a mi familia, en particular a mi único hijo, quien nunca dejó de recibir mi atención paterna.

La disciplina que impuse a lo que me tocó realizar todo el tiempo siempre dieron buenos resultados. Crear normas posibles de seguir y ceñirme a ellas para cumplir con mis labores. Estas premisas me llevaron en su momento a creer en proyectos personales.

En su momento participé como socio en proyectos educativos que dieron sus frutos, materializados en el producto humano que hoy en día hacen vida en sus sitios de trabajo y dejaron en mí recuerdos imborrables de manejo de recursos humanos, donde el buen trato constituyó una de mis fortalezas. La perseverancia en mantener mi visión del norte que deseo me ha ayudado mucho. El momento de jubilación llegó y también mi alegría por el logro de los demás. Me alegra mucho que las demás personas consigan sus metas. También fui profesor y vi como mis estudiantes iban escalando posición en sus vidas y eso fue para mí, y lo sigue siendo, motivo de satisfacción.

Hoy me siento contento de haber cosechado lo que sembré, tengo una vida plena, en armonía con todos, apegado a las leyes de Dios y cuento, además, con el apoyo de mis seres queridos. No creo merecer más.

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