Steem engagement challenge-S10/W1| Creo en Dios y el poder del mal existe

Creemos en un Dios de amor, en un Dios dedicado a realizar el bien, cuyo infinito poder puede manifestarse, muchas veces, por medio de prodigios incomprensibles para la razón humana... Y sabemos también que existe el mal con sus horrores o sus embaucadoras sugestiones acechando nuestra existencia.

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▶️¿Crees que existe Dios y el poder del mal? Explicar

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Algunos aseguran que para que exista Dios es necesario la presencia del mal, ya que sin este último el otro no tendría razón de ser, o al menos perdería su vigencia como entidad omnipresente. Si imaginamos un mundo ideal, en el que todos los seres que habitan este planeta fuesen buenos por naturaleza, ni un atisbo de maldad en ninguna de sus acciones, llegaríamos a la conclusión que, en ese caso, no haría falta ningún ser superior al que pedirle por nuestro bien, a quien rogarle que nos salve del mal, porque este no existe.

Dentro de esta misma perspectiva, podríamos decir que en una sociedad en la que nadie comete un delito no se justificaría la existencia de un sistema de justicia. Jueces, abogados, policías, ni nada nada que tenga que ver con la aplicación de la ley sería necesario. Sin embargo, estos escenarios perfectos nunca han sido posibles y debemos aceptar que contamos con un Dios que combate el mal y al que debemos entregarle nuestra fe y nuestro amor por el bien de la humanidad.

Sabemos, por otra parte, que el poder del mal no solo se manifiesta a través de los actos antisociales del individuo, en las indeseables expresiones alejadas de lo moralmente correcto, sino que se trata de una oscura presencia, de una tentación que puede revelarse utilizando métodos que se alejan de las explicaciones lógicas de nuestra realidad. Y en estos casos, el bien o la fuerza de Dios suele recurrir igualmente a procedimientos especiales para combatirlo.

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▶️¿Alguna vez has sentido algún poder sobrenatural? Describir.

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Hacen ya diez años que me sucedió esto. Me encontraba dentro del aula de clase, frente a mí estaban alrededor de 40 alumnos escuchando atentamente las explicaciones, cuando de repente perdí el hilo de mi discurso, no supe hilvanar mis ideas y me quedé en silencio de improviso. En ese preciso instante, sin ninguna razón aparente, mi mente me trasladó a un paisaje gris y desolado, mientras que sentía en el pecho un enorme vacío.

Desorientado, y un poco temeroso porque pensaba que podían ser problemas de salud, les dije a los estudiantes que se marcharan y en seguida subí a mi oficina. Cuando abrí la puerta, me fijé enseguida en un crucifijo que había colgado una profesora en la pared que se encontraba frente a su escritorio, siempre había estado allí, pero nunca me había detenido a observarlo. Sin embargo, en ese momento me paré frente a él, sin saber por qué, y me concentré en la figura de Jesús…

No habían pasado ni siquiera más de cinco minutos cuando repicó mi teléfono móvil: mi hermana me estaba llamando para avisarme que había fallecido nuestra madre.

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▶️Comparta su perspectiva sobre el poder de Dios y el mal.

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Sabemos que existe el mal, pero en nuestra vida, en nuestras acciones, en nuestro modo de proceder, solo debemos tomar en cuenta a Dios. Si obramos bien, de acuerdo con los preceptos que nos permiten estar en paz con nuestra conciencia y con las normas ideadas por los humanos para mantener el equilibrio de las relaciones sociales, estaremos siempre alejados de los males materiales y espirituales que existen en este mundo.

El poder infinito de Dios es innegable, porque son infinitas las veces que hemos presenciado sus manifestaciones. Sin embargo, el oscuro poder del mal está también en constante acecho para propiciar el caos, para conducir nuestras vidas hacia sus tenebrosos abismos. Por esta razón, debemos asumir que la única opción para una existencia feliz es el camino del bien.

No es conveniente, de ninguna manera, dedicarnos a experimentar, por curiosidad o porque deseamos incursionar en esos predios, sobre las distintas formas en que se manifiesta el mal. Tampoco podemos vivir todo el tiempo sugestionados por sus amenazas. La mejor actitud es coexistir con las indulgentes perspectivas del bien para que su adversario solo sea un extraño del cual pocas veces tengamos noticias.

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