Saludos a todos, queridos amigos. Un reconocimiento especial para @worldgeography y para @belenguerra por esta linda iniciativa que nos invita a imaginar el sueño de viajar por un año.

      Debo decir que soy una romántica empedernida y una madre muy melosa. Por lo cual, mis compañeros para hacer este viaje son mi amado esposo, mis dos hijas y sus novios. Ellos y yo, somos los pasajeros de esta aventura. Me encanta viajar por carretera. Me deleito viendo el paisaje, pero también me gusta volar en avión. La sensación del despegue, es lo máximo. Así que haría un viaje alternando tierra y aire.

      Como una de mis hijas reside en España con su novio, esa sería mi primera parada, para poder ir por ellos e incorporarlos a mis planes. Aprovecharíamos que estamos allá y recorreríamos ese hermoso país, especialmente la zona norte. Cantabria, con su mágica naturaleza, sería el destino inicial. Quiero saborear la comida mediterránea hecha por los pobladores de esos lugares, aprender de ellos, una que otra receta, escuchar sus historias de marineros y salir a compartir con la familia de mi yerno que es gente muy buena y muy amable. No dudaría en escaparme una noche a solas con mi marido a algún bar a cielo abierto a bailar y tomarnos unos vinitos.

      Ya estando en Europa, y en esa zona, haría una parada en el país Vasco. Visitaría al museo Guggenheim, cruzaría el puente de Vizcaya y buscaría la programación cultural que tiene la ciudad de Bilbao para disfrutar de unas buenas salidas a eventos con mis compañeros de viaje.

      Visitaría los países nórdicos, Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia. Adoro sus leyendas, su música, sus tradiciones. Me deleitaría con sus paisajes, con su historia y sus mitos. Allí, buscaríamos conocer lugares rurales en los cuales poder intercambiar con la gente y aprender de ellos. Iríamos resolviendo en el camino la limitación del idioma. Al menos, los hombres de este paseo saben hablar bien el ingles. También iríamos a Italia y nos haríamos unos retratos pintados a mano alzada por algún artista en medio de una de sus calles. Ese pintor, años más tarde, adquiriría una gran fama y yo tendría guardado entre más albumes, esa pintura grupal de este hermoso viaje firmada por ese pintor.

      De Europa, pasaríamos a un lugar que sueño y anhelo visitar, Marruecos! Me llama su misterio, sus formas arquitectónicas, sus comidas, sus costumbres incomprendidas por mí. Quisiera poder entender su forma de vivir, la devoción por su religión y la relación con el mundo desde su mirada. Sin dudas, Marruecos está en nuestros planes. Mi esposo y yo, iríamos a recorrer la Medina y nos comeríamos una rica comida tradicional mientras vemos bailar a unas odaliscas. Con el grupo entero, buscaría a un buen guía y nos iríamos a conocer una partecita de su inmenso desierto.

      Esos serían los primeros 6 meses de esta aventura. De allí, me vendría con mis acompañantes para América Latina. Iríamos a Argentina, quiero ir a La Plata y divertirme con toda esa movida cultural que se siente en esa ciudad. Estoy segura que mis hijas y mis yernos disfrutarían mucho ese lugar y de allí, para Uruguay. Mi esposo sueña con ir a Uruguay, conocer su geografía, sus paisajes, adentrarnos en los caminos que inspiraron a Eduardo Galeano y recorrer las calles de Montevideo; escuchar su música e ir a un mercado rural a comer frutas frescas y dulces tradicionales. No podría dejar de ir a Chile. Siempre he querido conocer Santiago. Caminar las calles que dan hasta La Moneda, sentarnos al aire libre en algún lugar y tomarnos unos ricos "motes con huesillos", para repasar los hechos históricos y brindar por los ausentes.

      Luego, nos vendríamos a Venezuela. Dedicaría, al menos 3 meses para visitar algunos de los lugares mágicos de mi país. Empezaría por los Andes. Comeríamos cachama al ajillo con unas sabrosas tostadas y nata de cabra. Degustaría los ricos dulces de leche que hacen por esos lados y me abrazaría en una manta gigante, gruesa y acogedora junto a mis 2 hijas, sentada en algún patio de una posadita sencilla en una noche de estrellas encendidas.

      De allí, bajaríamos hasta Barinas y seguiríamos recorriendo algunos de los estado de los Llanos venezolanos, Apure, Cojedes, Portuguesa. Seguro que no nos faltaría una invitación de algún llanero para ir a comer parrilla de carne y bailar joropo, mientras un cantante improvisa sin esfuerzo un canto a la belleza de esos lugares y a la gente maravillosa que los habita. Bailaríamos, comeríamos, reiríamos y haríamos amigos para toda la vida.

      Luego, de los Llanos me iría con mi tropa hasta Coro y me internaría en los grandes Médanos a disfrutar de su asombroso misterio. Caminaríamos las calles antiguas de la ciudad para conocer a su gente, su gastronomía y su historia. Luego, tomaríamos un vuelo y aterrizaríamos en La Gran Sabana, para ir a mirar la caída de agua más alta del mundo “Churún Merú” también conocido como el Salto Ángel. Me bañaría en esas aguas y disfrutaría de la mirada enamorada de mi compañero de vida.

      Hecha toda esta travesía, nos volveríamos a Cumaná. Aquí, en nuestra tierra madre, en nuestro suelo, me abrazaría con mis hijas, las besaría hasta que me pidan ¡basta! Repasaríamos las anécdotas del viaje, reiríamos y le daríamos gracias a Dios, a nuestro ancestros y a la luna por acompañarnos. Le daría un beso de despedida a cada una y a sus novios y, las dejaría seguir en su viaje de vida junto a sus parejas respectivas. Yo, me tomaría de la mano con mi esposo, daríamos un paseo por las pequeñas calles del centro histórico de esta ciudad y en una plaza, volveríamos a cumplir la promesa que nos hicimos un día de besarnos frente a todos, para recordarle a la humanidad que el amor existe. Allí terminaría mi viaje de 1 año como nómada y empezaría otro lleno de recuerdos y vivencias para contar, crear, narrar, hacer cuentos, poesías, en fin, para hacer que otras personas viajen.