Son demasiadas las cosas que me gustan hacer en mis tiempos libres, porque son demasiadas las pasiones que mi corazón evoca cuando la magia se cruza en mi camino. Mi atracción por el arte ya no se puede disimular. Amo todas sus variantes, pero cuando viene entre letras y de un corazón roto mi deleite es insaciable.

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Leer y escribir es de mis actividades favoritas, no sé de donde vienen mis gustos por el mundo de las letras pero tampoco hay interés por saberlo, solo sé disfrutarlo y dejarme llevar por sus imparables corrientes de sensaciones. Mis días suelo pintarlos con las voces de aquellos quienes su imaginación nunca apagan, y abarrotan con palabras las páginas en blanco.

Cuando mis pensamientos se apilan sin ninguna consideración y su peso comienza a ser insoportable, la poesía se vuelve la boca que pronuncia y revela mis emociones, desahogándome el alma, liberándome de las angustias que en momentos inesperados intentan esclavizarme.

Encuentro pureza y sinceridad cuando la leo, dicha y luz cuando la escribo.

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El siguiente texto es de los últimos mini-cuentos que he escrito, en un intento por liberar las tenciones que me atosigaban en aquel tiempo:

¿Dónde está el silencio?

Hay demasiado ruido allá afuera. Alguien trabaja con herramientas pesadas. Una niña llama desesperada a su madre porque su perro ha comenzado una pelea en medio de la calle. El vecinito amigo de la niña, rechina un pato de juguetes mientras se ríe por el comportamiento de los perros. La madre, sin atender los llamados de la niña, se encuentra conversando con el nuevo inquilino de la habitación que había estado desocupada hace más de un mes, y como si fuera poco, hace un par de minutos que ha encendido la radio para dejarla sonar sin prestarle un poco de atención. Siempre ha así, no se desde cuándo. Ayer mi madre me llamó histérica porque no había nada en su monedero, ya no era solo el mío sino el de ella también los que gritaban por un poco de atención. Alguien me ha dicho que siempre ha sido así, y cuando le hablo del silencio me mira con cara de extrañeza porque nunca lo ha conocido. ¿Qué ha pasado con el silencio?, ya no hay lugar para escucharlo, para sentirlo. He estado absorta de tanto ruido, tanto, que ya no oigo las melodías que emanan de mi interior, ya no escucho el canto de victoria de las palabras acabadas de escribir, ni el adiós de los sentimientos oscuros cuando terminaba de leer. He deseado por tanto tiempo que haya silencio, que calle el ruido externo para volver a escuchar lo que habita dentro de mí.

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El siguiente video es un audio-poema:

"Los fantasmas del pasado". Escrito y narrado por mí.