Recuerdo entre muchas anecdotas con mis mascotas, una muy especial.

Con apenas 9 años, mi perrito Socrates se lastinó con un anzuelo de pescar, mi padre era fanatico a la pesca y una tarde de regreso de pescar, ambos llegamos muy agotados y dejamos en el garaje la caja con anzuelos de mi padre, asi como la caña.
Mi perrito le llemó la atención el olor o no sé si sería los restos de la carnada, pero ciertamente le dió un mordisco y solo escuche el llanto desesperado de mi perrito.

Como pude, salí corriendo hasta donde estaba y lo encontre desesperado dandose con la pata en la boca, lo que hacia lastimarlo aún más.

Lo agarré y empecé a llamar a mi papá, quien a pesar de todos sus esfuerzos no pudo sacarle el anzuelo del labio superior.

Mi padre sabio como siempre, me dijo:

• Cargalo y llevalo al carro.

Salimos muy rapidamente a casa de un gran amigo de él, pescador de muchos años.

El señor, solo me lo quedó observando, mientras Socrates le gruñía a pesar de que yo lo tenía cargado, pero estaba muy nervioso.

Unos 5 minutos después de conversar con mi papá, me dijeron, sujetalo fuerte viendo hacia la calle y distraelo.

Muy rapidamente el señor se colocó a un costado y le dió algo con una inyectadora.

Recuerdo que Socrates se quede pocos minutos despues muy tranquilo pero despierto.

Luego el Señor se acercó y lo tomó con mucho cuidado por el hocico y distramente le sacó el anzuelo del labio, lo curó y afortunamente no se rompió tamto como para suturarlo, pero si rrequierió de varios día de extermo cuidado y observación para que se recuperará.

Desde ese momento tan difícil me dí cuenta del amor tan grande por los perritos.

Desde entonces he tenido 4 hijos peludos, actualmente tengo a Rocket un Schnauzer de 6 años, quien es mi compañero y amigo leal.