Lo que no entra en la maleta pero viaja en el corazón.

Sin vacilación como inmigrante puedo asegurar que es una de las experiencias más valiosas que he vivido, pero también la más difícil, si una persona quiere de verdad crecer a nivel personal y entender la vida debe emigrar al menos temporalmente, te permite entender como con solo cambiar de país cambia la vida entera, cambian las costumbres las comidas y en general la vida no es la misma, a pesar de haber emigrado a un país latinoamericano y no sair del continente he constatado que nos parecemos pero no somos iguales, hay diferencias no solo en el léxico, sino en una forma más intrínseca de ver la vida y afrontar las situaciones, como las sociedades enteras difieren en su forma de responder a situaciones similares.

Foto tomada desde el hotel venetour guayana antiguo Intercontinental Guayana

Es indudable que nuestra familia, amigos y mascotas ocupan un lugar especial en esa maleta virtual que es cientos de  veces más grande que cualquier maleta física que podamos cargar, a eso sumamos lugares como nuestros colegios, restaurantes favoritos, sitios de esparcimiento, en mi caso mi pequeña finca, sitios de pesca que extraño, y todos los recuerdos que llevamos de estos hermosos lugares, esos son más que centenas de libros que están escritos en nuestra memoria y sé que mientras lees estas palabras pasan por tu mente esos hermosos momentos.

mi finca en sus comienzos una siembra de maíz

Pescando con mi familia en el lago Guri

una de mis mascotas.

Hablemos de cosas materiales a muchos de los que nos tocó emigrar sin un respaldo económico tan grande nos enfrentamos a un problema muy difícil y es que cosas llevo y que cosas se van a quedar, en mi caso siempre he sido de tener pasatiempos y de hacer mucho bricolaje por lo que tenía muchísimas herramientas que son de las primeras que debí despedirme por el peso y el espacio que ocupaban, dejar atrás ropa y zapatos no fue problema en mi caso la verdad no me dolió nada de eso, pero uno de los artículos que deje en Venezuela y que extraño mucho es mi cuatro, un compañero que llevo en mi recuerdo constantemente, también quedo atrás una guitarra clásica pero sin duda el cuatro el primer instrumento que aprendí a tocar a medias porque no soy un virtuoso, me ha dolido tanto porque me acompaño en todo montón, en momentos de ansiedad tocar una melodía te relaja en momentos dolorosos y tristes te reconforta y cuando estas alegre también acompaña la alegría, sin duda he querido dedicar estas palabras a mi viejo amigo que espero visitar y reencontrarme con él y en un viaje posterior traerlo conmigo a mi nuevo hogar.

La primera foto es mi cuatro actualmente le pedi a mi familia que me enviara una foto y la segunda estaba tocando con cuatro prestado en una reunion familiar.

En este corto post seré la voz de tantos inmigrantes que siguen con esa maleta enorme de recuerdos y vivencias que ahora está más llena con nuevos sitios para recordar nuevas experiencias que atesorar pero que al igual que yo saben que el primer amor nunca se olvida y que nuestro terruño es el amor más grande, en mi caso muy particular he tenido una hermosa experiencia en mi vivencia como inmigrante y estoy ampliamente agradecido de Argentina que ha sido generosa y amorosa conmigo estoy agradecido y enamorado de esta hermosa tierra y su gente, pero sigo añorando mi Upata de los carreteros, la villa del Yocoima, mi Rosa de montaña te extraño un montón.

Gracias por tu apoyo!!!