Christine Brown, compite por el puesto de Gerente con Stu Rubin (Reggie Lee), su malicioso compañero de trabajo. Un buen día, una vieja mujer, Sylvia Ganush (Lorna Raver), va a ver a Christine para solicitarle una prórroga por el pago de su hipoteca, pero la chica debe dejar las emociones a un lado y “hacer lo correcto” si quiere ascender. De esta manera, la ejecutiva le niega la petición a Ganush, que sin saberlo, es una gitana que le desgracia la vida.

Mientras Christine está a punto de encender su auto para irse a casa, es atacada por Sylvia Ganush, quien además de hacerle daño físico, la maldice mediante un objeto personal, un botón que arranca de su viejo abrigo.

A partir de ese momento, la chica comienza a vivir momentos espeluznantes, con horrendas visiones que indican que el final se acerca. Deberá luchar contra la Lamia, un espíritu maligno que amenaza con arrastrarla al infierno y acabar con su vida en solo 3 días.

Christine hace de todo, visita a un espiritista, sacrifica a su pequeño gato y asiste a un a sesión con una médium. Todos los intentos fallan y sus horas están contadas. El espiritista le da una última esperanza, obsequiarle el objeto maldito a otra persona para librarse de la Lamia. Ella lo piensa y cree que nadie merece morir. No obstante, decide obsequiárselo a su compañero de trabajo Stu, quien le robó su idea y se había quedado con el ascenso.

Sin embargo, ella se arrepiente y termina devolviéndole el favor a Ganush, quien ya había muerto. Exhuma su cuerpo y le da el botón.

Christine quiere comenzar una nueva vida y ya que a su abrigo está viejo y desgastado, decide comprarse uno nuevo. Ese día era especial, parece que su pesadilla terminó e irá a pasar un fin de semana romántico con su novio, Clayton Dalton (Justin Long), quien planeaba proponerle matrimonio.

Sin embargo, algo inesperado y escalofriante sucede, Clay le entrega el botón maldito, el cual encontró en su auto. Entonces, ella recuerda aquel día, tenía dos sobres iguales y los confundió cuando se cayeron de su cartera. Christine, horrorizada con lo sucedido, cae a los rieles del tren y es consumida por las llamas del infierno y el espíritu de la Lamia.